jueves, 29 de octubre de 2015

SEIS ROSADOS Y CHAMPAS


Par le rosé et la villosité de la Comtesse

"O el infierno rosado donde él escribe" (i)

Fueron como una muy buena mano de seis cartas de un naipe de burdel erótico que me llegó en el voluptuoso azar del atrevido juego del “mira para que me sufras”. Fueron seis rosados angelicales, con la dulzura del color de las rosas enamoradas, con la romántica sensación de una etérea suavidad de pétalo de flor de cerezo, ese rosado como revés de naipe (ii), rosado rozado, rosado carnal, rosado de labios vulvales, rosado clítoris, rosado de la olorosa rosa de su sexo. Fueron seis rosados arremangados sobre su vientre, descorridos con sexual malicia, rosados que enternecen la sensualidad de sus piernas desnudas, rosados que con sus muslos triangulan la oscura pilosidad de su Monte de Venus. Seis matojos de pelitos ralos asomados, apenas ensortijados vellos púbicos donde enredar mis dedos en la búsqueda de su goce y de la fuente de mis onanistas obsesiones, pendejitos exhibicionistas, champa, mata, porno matorral, musgo que crece en los bordes del mojado y voraz paraíso. Seis veces el rosado tiernucho, el velloso monte, los mórbidos muslos, las manchitas consteladas, las rollizas rodillas y las pálidas pantorrillas, el talón y los pies allá lejos, seis veces. Ella repetida con leves variaciones de espaldas, con las piernas cruzadas guardando el tesoro humedecido de su vulva, seis veces. Las miro y remiro seis veces y me perturbo imaginando que aprieta y frota sus piernas hasta lograr el orgasmo, moviéndose sólo ligeramente hasta los instantes felices que mi mano masturbadora repite en el apriete y el frote en mi miembro de rosado glande.


(i) Luis Ospina
(ii) Fundación Mítica de Buenos Aires. Jorge Luis Borges


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