Acamparía feliz bajo tu enagua, negro tul
como mis lujurias, por toda la noche de los lobos oliendo el dulce aroma marino
de tu vulva toda abierta a mi sed, sorbiendo sus jugos gota a gota destilados
de tus impúdicos deseos. Chuparía cada pezón enviciado aferrado a esas ricas tetas
maduras, los mordería como un macho bruto para que grites del dolor pervertido.
Sobaría esos muslos deliciosos, los lamería desde la misma rodilla hasta los
cerrados labios de tu sexo. Entonces, ya saciado de saborearte te penetraría
con toda mi verga dura para empaparte de mi lechoso semen. {Otrosí}. Deposito
un leve beso en cada una de tus nalgas, deslizo mi lengua en el tibio surco que
las separa dejando el rastro de mi ardiente saliva en la juntura como la baba
de un pervertido caracol sodomítico. Dibujo esa incitante cisura con la yema de
mi dedo con la lenta parsimonia de un vicioso gozador anal. Abro con delicadeza
sigilosa y con mis dos manos la frágil y ceñida hendidura expuesta a mis goces
hasta despojar la apretada flor del sur de su recato. Punzo con la punta de mi
lengua el cerrado capullo, lo ensalivo, lo encharco, lo humedezco, lo lubrico.
Punzo con la punta de mi miembro el tierno capullo, lo penetro, lo violo, lo
sifoneo, lo violento, lo gozo. Insisto vehemente en otra lenta y honda penetración,
y después en una muy lentísima y apretada extracción, y después en el duro y
brutal envión de la eyaculación. Saciado, te doy un leve beso en cada una de
tus nalgas.
jueves, 1 de octubre de 2015
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