viernes, 15 de enero de 2016

ESPERO

Pensando en G.

Espero pacientemente tu sonrisa lunar en la luna del espejo, tu imagen hierática y distante, imperturbable, la delicada dulzura de tus ojos y de tus manos, el tenue resplandor de la piel de tus muslos o de tus hombros, y porqué no, quizá tus pálidos pechos soleados como alguna vez inolvidable, verte vestida con tu pudor ancestral de mariposa nocturna que niega cualquier entera desnudez, o verte desnuda inmersa en la etérea lascivia con que me inundas de oscuros deseos, de perturbadoras perversiones imaginadas, de una amorosa complicidad secreta, sutil, casi transparente. Y sigo esperando acceder al lúbrico tesoro de las impudicias que crecen en tus más profundos laberintos como lujuriosos musgos encantados, el roce pecaminoso de otro cuerpo como el tuyo, la impura marca de unos labios vedados en tu pubis de hembra incierta, la lánguida persistencia de unos sáficos dedos enredados en los pétalos de tu vulva inconclusa, en fin, esas intensas obscenidades que sueñas en la soledad de tu venusterio cuando te dejas llevar por los cauces de lo prohibido y fluyes por tus antiguos instintos libre de tus dolientes y púdicas negaciones. Y seguiré esperando sometido a que te atrevas a cruzar las ciénagas donde florecen tus ocultas y ambiguas depravaciones, los tiernos vórtices del vértigo de tu misteriosa seducción que me ha atrapado por años y años en la espera quizá inútil de reunirnos en la húmeda obscuridad que nos invoca, donde confluyen nuestras pequeñas depravaciones, nuestros íntimos gustos escondidos, la espera anhelante de la inmersión absoluta en nuestras verdaderas sexualidades, juntos, unidos en el dolor de no vernos, como en el eterno y gozoso coito sagrado de la ceremonia de ese culto secreto y sacrificial del que eres al tiempo oficiante y divinidad y profanadora y víctima (i).

(i) Tomado y muy levemente modificado de “Se una notte d'inverno un viaggiatore”, Italo Calvino, 1979.


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