Pour Elle, la
muse essentielle
Tu verás si dejas pasar el tiempo día a día
lentamente, o año tras año en sus fugaces destello casi instantáneos, tu verás
si te marchitas como una pequeña flor invisible esperando la caricia tierna y
romántica del inexistente príncipe dibujado en tinta azul sobre los vidrios vacíos
o en el espejo del silencio, esperando que un día imposible un macho eche abajo
la puerta de tu dormitorio y te viole a zarpazos sobre el lecho destrozado
entre gritos de gozoso dolor y brutales sudores sexuales. Lo que es yo, voy a
imaginarte a destajo, sin límites ni censura, porque te convertiste de una
manera misteriosa y lúdica en soberbio referente sexual, así tal cual. Como que
el sutil juego de coqueto erótico que jugamos cada uno en su caverna, las
charlas con doble o triple sentido que compartimos de vez en cuando, las
coquetonas e incitantes inspis (sic) mañaneras que espero ávido cada
mañana solitaria, son los primitivos ritos de una ceremonia que no une en una
delicada y cómplice trama de perversión. Y es que una sola visión de tus
muslos, tu pubis, tus ingles, o tus pendejitos, me insta a escribir desaforado
como una bestia en celo, como si estuviera en tus alturas, con chocolate menta
y campanarios, y las palabras escurren densas y calientes intentando
(re)seducir a la amiga cómplice, pudorosa, beata, recatada, que no necesita
sexo sino amor, solitaria hasta la desesperación, para decirle entre soeces
metáforas que cuando no está me falta su cercanía incitante, su intensa presencia
erótica y su siempre inquietante mariposeo. Tu sabrás si te decides por la cópula
imaginaria con un consorte pintado en añil, o por la grata masturbación
compartida en tardes minuciosas, o te quedas orgullosa con la sed que no se
sacia mas que en el juego lujurioso de los cuerpos sudorosos, tú sabrás.
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