«Die
Rose ist ohne warum; sie blühet weil sie blühet»(i). Cherubinischer Wandersmann, Libro I,
Angelus Silesius, 1657.
«Yo afirmo lo contrario, yo afirmo que
es imprescindible una tenaz conspiración de porqués para que la rosa sea rosa».
Elementos de preceptiva. Jorge Luis Borges en Sur N° 7, abr. 1933, 158-161.
Toco la rosa, la rozo, le imparto la exquisita
lascivia de la complicidad en el ceremonial del deseo, siento en su capullo el
íntimo estremecimiento de su pudorosa virginidad floral, percibo su tersura
palpitante, la tímida reacción ante la proximidad de mi dedo, temerosa exhala
su perfume como una ingenua defensa que es a la vez incitación y embeleco. Al
delicado frotamiento de la yema en sus pétalos se abre rendida por la obscena
perversidad de mi intento. La toco como si no fuera pecado, huelo con ternura
de silencioso jardinero su aroma insistente, deslizo mi dedo por la cóncava
suavidad de sus rosadas intimidades, se deja tocar rozar frotar, se deja oler
en un ritual de entrega y posesión. Ella coqueta cierra sus ojos y hace noche
en sus suburbios pues intuye que la oscuridad intensifica las sensaciones y desvanece
el desamparo. Toco la rosa en la soberana humedad de su insondable misterio, la
rozo apenas, imperceptible como un pequeño insecto enamorado, me introduzco en
su verticalidad insinuante, la socavo ebrio de su néctar, me vuelvo polen y la cubro
macho anegado, hirviente, lujurioso, la poseo en la palabra (ii) penetrada, la convoco
lentamente (iii) en su propia tentación hasta converger en el prodigio del beso
y la cópula. Y soñé la rosa instaurada en su capullo, y la soñé en la noche
alcanzada por el fuego, y la soñé desnuda en mi mano, temblorosa, la soñé
incipiente y perturbada, la soñé sensual, ansiosa, excitada, y la seguí soñando
atrapada y abierta, vertida y sexual entre mis dedos.
(i) “La rosa [es] sin porqué, florece
porque florece”. En «La poesía» (Siete noches; OC III: 266), Jorge Luis Borges,
1977.
(ii) “Si (como afirma el griego en el Crátilo*)
el nombre es arquetipo de la cosa, en las letras de ‘rosa’ está la rosa”. «El
Golém». Jorge Luis Borges, 1958.
(iii) “No hay gatillo,
no hay relámpago, sino la instalación lenta de una molicie de sensación pura”. «La Vida Sexual de
Catherine M.», Catherine Mollet, (2001), en referencia al orgasmo clitoriano.
* «Crátilo» es el nombre de un diálogo
escrito por Platón en el año 360 a. C. aproximadamente, sostiene la concepción
presocrática de que la palabra contiene ciertos sonidos que expresan la esencia
de lo nombrado. Así, dice “El que conoce los nombres conoce también las cosas”.
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