sábado, 2 de enero de 2016

YO ALLI EN ESA TU ROSA


«Die Rose ist ohne warum; sie blühet weil sie blühet»(i). Cherubinischer Wandersmann, Libro I, Angelus Silesius, 1657.

«Yo afirmo lo contrario, yo afirmo que es imprescindible una tenaz conspiración de porqués para que la rosa sea rosa». Elementos de preceptiva. Jorge Luis Borges en Sur N° 7, abr. 1933, 158-161.

Toco la rosa, la rozo, le imparto la exquisita lascivia de la complicidad en el ceremonial del deseo, siento en su capullo el íntimo estremecimiento de su pudorosa virginidad floral, percibo su tersura palpitante, la tímida reacción ante la proximidad de mi dedo, temerosa exhala su perfume como una ingenua defensa que es a la vez incitación y embeleco. Al delicado frotamiento de la yema en sus pétalos se abre rendida por la obscena perversidad de mi intento. La toco como si no fuera pecado, huelo con ternura de silencioso jardinero su aroma insistente, deslizo mi dedo por la cóncava suavidad de sus rosadas intimidades, se deja tocar rozar frotar, se deja oler en un ritual de entrega y posesión. Ella coqueta cierra sus ojos y hace noche en sus suburbios pues intuye que la oscuridad intensifica las sensaciones y desvanece el desamparo. Toco la rosa en la soberana humedad de su insondable misterio, la rozo apenas, imperceptible como un pequeño insecto enamorado, me introduzco en su verticalidad insinuante, la socavo ebrio de su néctar, me vuelvo polen y la cubro macho anegado, hirviente, lujurioso, la poseo en la palabra (ii) penetrada, la convoco lentamente (iii) en su propia tentación hasta converger en el prodigio del beso y la cópula. Y soñé la rosa instaurada en su capullo, y la soñé en la noche alcanzada por el fuego, y la soñé desnuda en mi mano, temblorosa, la soñé incipiente y perturbada, la soñé sensual, ansiosa, excitada, y la seguí soñando atrapada y abierta, vertida y sexual entre mis dedos.


(i) “La rosa [es] sin porqué, florece porque florece”. En «La poesía» (Siete noches; OC III: 266), Jorge Luis Borges, 1977.

(ii) “Si (como afirma el griego en el Crátilo*) el nombre es arquetipo de la cosa, en las letras de ‘rosa’ está la rosa”. «El Golém». Jorge Luis Borges, 1958.

(iii) “No hay gatillo, no hay relámpago, sino la instalación lenta de una molicie de sensación pura”. «La Vida Sexual de Catherine M.», Catherine Mollet, (2001), en referencia al orgasmo clitoriano.

* «Crátilo» es el nombre de un diálogo escrito por Platón en el año 360 a. C. aproximadamente, sostiene la concepción presocrática de que la palabra contiene ciertos sonidos que expresan la esencia de lo nombrado. Así, dice “El que conoce los nombres conoce también las cosas”.


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