viernes, 29 de enero de 2016

OLEO DE MUJER RE/POSANDO


“La única verdad que puedo escribir es la del instante que vivo. Acaso el verdadero libro sea este diario en donde trato de anotar la imagen de la mujer de la tumbona en las distintas horas del día, tal como la voy observando al cambiar la luz”. Si una noche de invierno un viajero. Italo Calvino, 1979.

En el vértigo del abismo que va de la provocación al ensueño no me canso de mirarte, disfrutarte, gozarte, fascinado de verte ahí, allá por los rumbos de las aguas y las montañas, inserta en el verde de los sauces, del pino oscuro,  de la vegetación salvaje, de la grama, de los roqueríos graníticos bajo ese lujurioso sol implacable que acaricia subrepticio tu pantorrilla. Recostada lánguida y sensualmente perversa, de cuerpo entero semidesnuda en el fucsia que persigue el matiz de las dalias, tu piel morena entibiando el paisaje, la largura mórbida de tus piernas desnudas como tus brazos, el escote inquietante como la tierna obscenidad de mi edipica obsesión, pero es en los fragmentos pálidos de tu pecho y tu ingle donde mi deseo fulgura en sus destellos de rojos incesantes. Allá los insistentes arreboles que te cercan, acá la rosada flor encantada en la incandescencia de mis dedos, mis manos extraviadas en la sensual plenitud de tu cuerpo maduro expuesto a mi lujuria callada, contenida, casi secreta. Y sin querer mi boca se va deslizando en breves mordiscos desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mi boca, y sin querer mis labios se van besando en breves besos succionantes desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mis labios, y sin querer mi lengua se va lamiendo en largos y lentos lamidos desde la punta de tu pie hasta la perfumada bifurcación misma de tus muslos donde los pétalos de la rosa humedecida laten escondidos ocultos perturbadores esperando mi lengua carnívora.


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