Restriego tus nalgas
con mi vientre, con mi pene, con mis muslos, subiendo y bajando. Punzo tu
apretado esfínter como un moscardón que intenta beber el néctar del capullo
floral aun no florecido. Cabalgo tu cuerpo por el nocturno del deseo, penetrado
entre la pomposa blandura de tus glúteos, rozando piel a piel sus combas lisuras
con mi velloso pubis macho. Jineteo tu cuerpo tendido bocabajo hundido en tu
flor de del sur como un erótico jinete erecto. Sifonéo tu cuerpo como un émbolo
que sacude tus vísceras con los estertores de una antinatura cópula sodomítica.
Bajo mi miembro desde la ceñida apretura hasta el caliente chapoteo cruzando tu
periné. Froto mi verga endurecida y sensible en el cauce voraz de tu sexo que
lo absorbe, lo unta, lo succiona, lo atrapa. Surco esa mojada hendidura,
chapoteo en sus jugos sintiendo el roce trémulo de sus pétalos carnales. Monto
tu cuerpo estremecido del fervor de la honda penetración en tu vulva abierta
como rosa humedecida por su propio rocío. Resbalo mi pecho en tu espalda
lubricados por el lascivo sudor del coito desesperado. Horado tu cuerpo en un
fálico vaivén, lo abuso, lo violento, lo violo, lo poseo poro a poro, lo rompo
con mi eyaculación, lo inundo de mi semen quemante. Chijetéo estremecido hasta
la última densa y caliente gota de mi leche mientras tu sexo cangrejero estruja
el falo con palpitantes espasmos. Extraigo lentamente mi verga de tu vagina,
mojada y tierna, nuestras bocas continúan besándose cuando mi blando y saciado
pene ya yace acurrucado entre los labios de tu chorreada vulva.
domingo, 2 de agosto de 2015
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