Par les jambes
de maintenant la Comtesse intouchable.
Primer panel. Vuelven las sensuales
constelaciones que habitan el tibio cielo de tu piel, las tiernas manchitas que
determinan el zodíaco donde tu voluntad define el horóscopo de mis deseos, las
piernas muy juntas negando todo acceso irreverente, toda profanación que
intente introducirse bajo el vaporoso lila. Y
me quedo atrapado en el suplicio tantálico de saber que esas suculentas
piernotas están ahí, en un sitio preciso y conocido, a cierta alta altura sobre
iluminados barcos nocturnos y no puedo tocarlas acariciarlas gozarlas, sucumbir
ebrio de tu sexo abierto a mi boca labios lengua dedos miembro, incrustado en
la virtud de esa carne que no sacia por esquiva o indócil. Segundo panel. Retornan los muslos
deliciosos, los pliegues voluptuosos de las rollizas rodillas sobre el chal de rojo
granate intenso, salvaje, como lanosas brasas urgentes bajo tenues cenizas,
cercano duerme un blanquinegro de leopardo albino, las piernas traslapadas donde
un día del pasado irrecuperable mi mano insertada entre ellas se deslizó por la
apretada tersura buscado la humedad, el calor, los tiernos pétalos de tu sexo
abierto. Solo me queda la gloria de
poseer la inextinguible memoria de tus sabores y aromas devorados en la intimidad de tu lecho en los
escasos atardeceres en que te sorprendí volando a ras de tierra. Tercer panel. Subiría otra vez lamiendo
desde la puntita de tu dedo mayor de tu pie, por la suave comba de tu
pantorrilla, por la suavidad celestial de tu muslo hasta hundirme bajo ese
pálido lila que cubre oculta niega la cercanía olorosa de tu sexo palpitante. Por esos pocos pero intensos días vaya el
homenaje de la rutilante erección que me regalaste con el erótico tríptico de
tus piernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario