martes, 29 de septiembre de 2015

BREVARIO DE S. & R.


Para Susymabe y Rosy

Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de sus boquitas pintadas. Frágiles muñecas del olvido y del placer; ríen su alegría, como un cascabel.  Rubias de New York. Alfredo Le Pera.

Par de reinas suculentas de desbordantes tetamentas, de abundantes carnes sensuales, par de damas abrazadas sonriendo ahí en el muro de la pileta de la plaza, de muslos desnudos y muy amplios pechos, allí coquetas y juguetonas exhibiéndose ambas me las imagino en esa misma pose pero desnudas y yo excitado rondándolas con mi mano en mi pene, seduciéndolas con mis poéticos verbos para entregarnos desenfrenados en un orgiástico trío donde mi erecta verga es besada lamida mamada succionada mordida y ensalivada por esas dos lindas y alegres boquitas hambrientas y sedientas mientras me dedico a amasar cuatro tetas y chupar cuatro pezones, para lueguito penetrar ansioso las dos vulvas mullidas que me esperan y jinetearlas una tras otra y viceversa y otra vez hasta eyacular en sus pubis, ahí mismo y en publico chapoteando felices en el agua fresca la pileta de la plaza. Rubio cocktail que emborracha, así es Susy. Tu melena que es de plata quiero para mí. De colorado y piel desnuda desatas duras y rojas erecciones y se eleva por ti un alto bosque de erguidas verga como lanzas. A tu ampuloso escote vuelan la masturbadoras miradas de los machos que te desean, abiertos sus labios ensalivados como succionando tus pezones. Las manos ávidas de acariciar toda la amplia y pálida comarca de tu cuerpo tendido incitando; tus muslos, tus pechos, tu vientre. Ansiosos de poder desnudarte y violarte en un caliente tumulto de machos erectos y punzantes para dejarte chorreada de semen. Es como el cristal la risa loca de Rosy, es como el cantar de un manantial. Alcanzo a oler el perfume de la hembra abierta, el inquietante aroma de la húmeda entrada a tu íntimo Paraíso, percibo en mi miembro la tibieza de tus muslos su mojada apretura voraz, su palpitación carnívora, siento el roce de mi glande en esas ceñidas carnes, la succión atrapante de tu vulva escondida ahí bajo el rosado raso, olfateo desde este lejos todas la eyaculaciones que se gozaron de ti.


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