No volveré a ver sediento tus
turgentes senos, a sentir en mis manos encopándolos su mórbida suavidad, la
deliciosa protuberancia de tus pezones, el vértigo ante tu tibio y acogedor canalillo,
el tibio aroma que emanan tus pechos cuando mi nariz husmea por sus poros y mi
lengua los lame untuosa. No volveré a ver gozar disfrutar tu sexo, tus vellos
púbicos, el denso y olorosos rocío que humedece tu vulva, a sentir como
aprietas mi pene en esa caliente y mojada hendidura sexual y lo exprimes succionante
hasta la copiosa eyaculación. No volveré a sentir el estremecimiento de verte
ahí desnuda sobre tu lecho incitándome al desesperado onanismo vicioso, a verte
retorciendo tu cuerpo en un orgasmo desaforado, a idolatrar tu piel y sus
pliegues en tu lúbrica madurez mientras mi mano sobajea mi verga en un vaivén
vehemente y mi ojos se clavan en el rito circular de tu dedo en tu clítoris. No
volveré a masturbarme ante el lascivo espectáculo de tu boca lamiendo el dildo
como si fuera mi verga erecta, tus manos aferrándolo con la locura de la hembra
en celo excitando lasciva y obscena a su macho atrapado en su desbordada
lujuria. Volveré ahora otra vez al vicio de buscarte en la desnudez impúdica de
otros cuerpos extraños, sin rostros, sin presencias reales, a explorar los
perfumes de otras flores abiertas a la penetración y a los largos lamidos, a
poseerte inconcluso, a masajear tu cuerpo en tu ausencia, a saborear los jugos
de tu vagina en otras copas imposibles, a fornicar con quien sea sabiendo que
en algún lugar tú existes y no me perteneces.
jueves, 25 de junio de 2015
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