Te busco en los
ateridos momentos del otoño, entre el frío de la mañana y las sombras del sol
que no entibia, en la vacía sensación de no verte, no tocarte, no oír tus
gemidos de gatita en celo que me sube por las piernas buscando la erguida
excitación de su macho, voy olfateando tu aroma de hembra mía, poseída en las
plácidas tardes del delirio impúdico, cuando eres cómplice de pervertidas
fantasías, protagonista de masturbaciones silenciosas, dejo que mi lengua
saboreé los rincones donde nadie nunca antes estuvo, tus axilas, tus ingles,
las medialunas ocultas bajo tus pechos, tu ombligo, los intersticios entre los
deditos de tus pies, exploro los lascivos pliegues de tu piel, por tu vientre
hasta el pubis deseado e imaginado, oloroso a ti, por tu espalda hasta la suave curva de tus
nalgas, por tus muslos hasta las tersas rotulas de tus rodillas, dibujo con mi
falo el mapa de tu lujuria, desde la mojada succión de tu boca, por el
canalillo entre tus senos, hacia abajo hasta el húmedo surco de tu ansiada
vulva abierta, la punzo con mi glande reluciente, la trazo en su verticalidad
sexual, entro, hundo, penetro, abro su ceñida y carnal corola, salgo lento para
sentir su estremecedora estrechez y vuelvo a entrar, hundir, penetrar, entro,
salgo, profundizo, roto circular, restriego, giro, ahondo, mientras muerdo tus
labios, aprieto tus glúteos, mamo tus pezones, agarro tus caderas, gimo, grito,
me muevo con desesperación, desaforado, enloquecido, cierro los ojos y te
penetro en un último envión exasperado que culmina con mi gozosa eyaculación,
siento como estrujas mi verga en los estertores de tu orgasmo, un beso nos une laxos
en un cálido silencio.
domingo, 14 de junio de 2015
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