sábado, 6 de junio de 2015

TU HUMEDA MARIPOSA


“La mariposa volotea y arde —con el sol— a veces. Mancha volante y llamarada, ahora se queda parada sobre una hoja que la mece”. Mariposa de Otoño. Pablo Neruda

Busco en ti esa esquiva mariposa deseada, la huelo a la distancia, la saboreo imaginada, verbal y bucal, la siento palpitar en su cerrada humedad, la deleito lingual, la visualizo a su abierta voracidad, escucho embobado y erecto su leve aletear entre el vaho caliente que se eleva desde su oscura maraña embrujadora, por el musgo oloroso de tu sexo, en la concavidad de su miel y su polen, hacia la tibieza de tu perlado sudor, en ti hendida hendidura surcada penetrada estilando, alada leve insinuante mariposa marina, hirsuta, mojada de saladas aguas vertientes, asomada en su corola aguardando quieta tangencial las punzaduras, la intromisión del fuego líquido derramado, el roce digital en su mínima probóscide bajo rosado capuchón oculta, mariposa derramada en sus fluidas transparencias se vierte vuela florece túrgida ofrecida, lamida por morenos escarabajos, por zumbantes abejorros, por pervertidos caballitos del diablo, potros alados que caen atrapados en tus perfumadas densidades, carnívora flor voladora, hirviente pozo de hermosas y volátiles provocaciones, vúlvica joya etérea que mariposea entre tus piernas y se quema en su propio fuego humedecida por el deseo de endurecidas penetraciones lubricadas por el tibio rocío de esa eterna rosa de tu sexo, mientras atrás la otra mariposa, la escondida entre tus pálidas nalgas ampulosas, trasera breve ceñida en su surco temerosa hundida abre y cierra sus pequeñas alitas circulares como un anillo de sodomíticos goces pecadores, y con su tierna carnalidad se ofrece encelada a erguidos empotres polinizadores al falo que sobre la mariposa volotea, revolotea, y desaparece (i).

(i) Mariposa de Otoño. Pablo Neruda


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