viernes, 12 de junio de 2015

VORACES ACECHOS


Mis deseos por ti crecen y crecen como una monstruosa flor nocturna, te pienso en mis brazos, me sueño en tu lecho, mis manos te acarician, mi boca te recorre con besos y lamidos, mi falo roza tu vulva, el sexo nos inunda de una intensidad deliciosa. Te exploro doncella deseada, busco tu ternura y tu complicidad entre mis sábanas, anhelo tus suaves caricias, el roce de tus labios en los míos, el juego de besos que nos incendia, la entrega total del uno al otro, la cercanía final del fornicio. Vuelo hasta ti por sobre la imposible distancia para ir a desatar mi boca en tus pechos, para que mi lengua se afane enternecida es esas suaves tersuras combas y tibias, para dejar que mis labios besen con fuego y vicio las sensibles protuberancias de tus pezones, para con mi nariz surcar tu canalillo como un pez ebrio para siempre de tu perfume. Trepo por tus piernas como un lúbrico insecto copulador, me deslizo en lenta ceremonia hambriento erótico sobador, subo atormentado de urgentes lujurias por tus muslos invadido de pecadoras intenciones, huelo extasiado el denso aroma de tu sexo, me enredo en la oscura selva que esconde el ansiado cauce genital, me sumerjo en ti incontenido, erecto, punzante. Siento tu bravura de hembra mía poseyéndome en sus propios territorios, siento el vinculo que nos une e incendia, que declara la culminación de una comunión eterna más allá de la memoria, del rito, de la veracidad del tiempo nuestro, de los retornos continuos a la piel que arde en la hoguera de la impudicia, de la lascivia, de la penetrante posesión, más allá.


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