Mis deseos por ti crecen y crecen
como una monstruosa flor nocturna, te pienso en mis brazos, me sueño en tu
lecho, mis manos te acarician, mi boca te recorre con besos y lamidos, mi falo roza
tu vulva, el sexo nos inunda de una intensidad deliciosa. Te exploro doncella
deseada, busco tu ternura y tu complicidad entre mis sábanas, anhelo tus suaves
caricias, el roce de tus labios en los míos, el juego de besos que nos
incendia, la entrega total del uno al otro, la cercanía final del fornicio. Vuelo
hasta ti por sobre la imposible distancia para ir a desatar mi boca en tus
pechos, para que mi lengua se afane enternecida es esas suaves tersuras combas
y tibias, para dejar que mis labios besen con fuego y vicio las sensibles
protuberancias de tus pezones, para con mi nariz surcar tu canalillo como un
pez ebrio para siempre de tu perfume. Trepo por tus piernas como un lúbrico
insecto copulador, me deslizo en lenta ceremonia hambriento erótico sobador,
subo atormentado de urgentes lujurias por tus muslos invadido de pecadoras
intenciones, huelo extasiado el denso aroma de tu sexo, me enredo en la oscura
selva que esconde el ansiado cauce genital, me sumerjo en ti incontenido,
erecto, punzante. Siento tu bravura de hembra mía poseyéndome en sus propios
territorios, siento el vinculo que nos une e incendia, que declara la
culminación de una comunión eterna más allá de la memoria, del rito, de la
veracidad del tiempo nuestro, de los retornos continuos a la piel que arde en
la hoguera de la impudicia, de la lascivia, de la penetrante posesión, más
allá.
viernes, 12 de junio de 2015
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