(Dueto)
Es el frío de la tarde el oleaje
que me lleva a romperme en espumas entre tus muslos, el sonido de tu boca
gimiendo es el viento salino que presagia la tormenta, son tus manos la arena
caliente que sube por mis piernas buscando la dureza ansiosa, la sensibilidad
fálica, la virilidad marina. Me envuelvo
por ellas como gata ardiendo buscando en ti el deseo que tengo dentro de mi
cuerpo. Me acerco a la roca que me enfrenta haciendo que mis gritos te
sofoquen, gimiendo ante tu deseo erecto que apasiona mi piel, mis sentidos, mi
todo. Vengo a buscar en tu cuerpo las cosas que aun no tienen nombre, las
que no he vivido, las fantasías que se me quedaron extraviadas entre las noches
en cuerpo equivocados, las posiciones no descritas en el Kamasutra, las
perversiones que no alcanzó el divino Marqués, los pecados no incluidos en los
compendios eclesiásticos, el roce distinto, las pulsiones innombrables, los
sabores más profundos de tu vulva. Riachuelos
recorren nuestros ríos, bajan escandalosos por las dos pieles, bajan desde las
montañas donde deseosa observo tu deseo, quisiera cumplir todas tus eróticas
fantasías, no alcanzo a tocar tu cumbre me quedo esperando que vuelvas de tus
fantasías y darte el abrazo dejándote prisionero entre mi piel y mis deseos aun
pacatos y escondidos entre los muros de mi cuerpo. Eres la virgen de todos
los tugurios, la crisálida incrustada en todos los troncos y en todos los
tallos, la solemne meretriz impenetrable que me persigue hasta en los erectos
insomnios y las mojadas madrugadas cuando se desbordan incontrolables los
deseos de la noche. Eres el ángel diáfano
de mis mañanas solitarias, abandonadas a las perturbaciones y las dudas que al oírte
leerte sentirte me provocas, y el vampiro que saca desde mis adentros la savia
que me mantiene a la espera de tus abrazos, besos, caricias y tus pequeñas
perversidades. Eso somos, una virgen y un ángel copulando cuando ya la
tarde entumecida se ha ido hundiendo en el crepúsculo hasta sumergirse en el
nocturno donde habitas, la oscuridad te desnuda y te acaricia, me desvisto del
día y me deslizo me vuelco me derramo como un sátiro enfebrecido entre tus sábanas
hasta que nos deshaga la fría madrugada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario