miércoles, 18 de noviembre de 2015

TRES VERTIMIENTOS

Pour la Comtesse répandue

Desaguas el misterio del deseo, has roto el cántaro de tu pudor, derramada así inquietas las fibras del macho obsequiado, lo excitas y lo perturbas, lo incitas al pecado de la mano en el miembro. Volcada en tu sabrosa impudicia reclamas tu derecho a la rígida erección, al voyerismo extasiado, a la intensa masturbación consumada en las tres visiones de ti. Desecas las fuentes del vicio solitario, estrujas sin tocar, ordeñas sin manosear, pero a la distancia que te exime de culpa, de eróticos frotamientos y de ardientes sudores. Trasiegas tus mórbidas carnalidades, pie, pantorrilla, muslo, pubis, y los mórbidos pliegues de tu vientre, exhuberancia que acontece irguiendo el único mástil del pervertido velero que vaga en solitario en tus oscuras aguas sexuales. Inundas los cuencos  de las lujurias, los desbordas y fluyes sobada, lamida, acariciada, succionada, urges la hondura de la noria seminal, recargas el acuífero que subterráneo y sumergido se vierte lechoso, espeso, chijeteado. Desde esas honduras drenas tus juegos y fuegos exhibicionistas, siempre al borde, rozando tus propios límites, cercana siempre al abismo de tus ansias escondidas de seductora vampiresa ávida de ser deseada hasta la jugosa eyaculación. Te derramas líquida y olorosa en el pubis y sus pelitos, íntimo y ralo matorral reverberando contra el granate de vermicular textura. Te decantas esfinge y vestal en la larga y mullida pierna levemente plegada, manchitas lunares, sobre el oscuro granate en penumbra, la mariposa corazón aleteando en el claro esplendor de tu piel. Te trasvasijas mujer y hembra en las excitantes plegaduras de tu vientre, muslo y pálido glúteo, en un piernas abiertas bocabajo insinuante sobre el granate oscurecido, quizá la más quemante imagen, la más impúdica, la que más calienta, la que incinera con un ardor lascivo mientras desespera la carne endurecida que late en la mano enviciada.


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