domingo, 22 de noviembre de 2015

CALOR EN EL BOSQUE


Para mi Gaby del ayer del 10 de Febrero de 2013.

Escribo estas líneas desde lo más profundo y oculto del bosque, luego las transcribiré sin revisar, corregir, ni cambiar. Las escribo para  describirte las intensas sensaciones que en estos momentos me abruman, gratamente por cierto, y que disfruto con una sensualidad ilimitada. Después de conversar contigo mi mente quedó con el eco de tu voz, tus palabras clandestinas, como susurradas porque no podías hablar tranquila, de una complicidad voluptuosa y secreta. El día está abochornado, hay una  brisa tibia y nubes difusas definen un cielo azul grisáceo, un calor denso y pegajoso me envuelve en un ámbito de libidinoso sudor. Voy imaginando y recordando lentamente tu cuerpo, con el deleite de un vicioso voyerista. Esos pensamientos van creciendo e intensificándose, me voy sintiendo más y más caliente, mi verga se erecta y de vez en cuando la  acaricio con mi mano por sobre el pantalón. Esto a la vez me excita en un in crecendo muy rico y sensual. Un par de veces sacó el pene tieso y erguido y lo masturbo un poco, sin llegar a acabar, solo un poco, para sentir la sensación de penetrar. Mi imaginación, tan caliente como mi cuerpo elucubra situaciones y crea imágenes ardientes de ti y de mí, sin frenos,  sin censuras, libre a nuestras propias ansias. Te imagino aquí, a mi lado, yo desnudo y erguido el miembro, puedo ver tus senos, grandes y lascivos, con sus  pezones erguidos, (mi verga de inmediato inicia una latente  ceremonia), puedo sentir tu boca, tu lengua, recorriendo mi miembro, engulléndolo, succionándolo, mi imaginación lleva mis dedos a esa mariposa escondida entre tus piernas, allí juegan a excitarte, a humedecerte en tus propios jugos sexuales. Muy suavemente voy recorriendo con las yemas de mis dedos tu clítoris anhelante, esos otros labios verticales, esos sedosos vellos que intentan en vano cubrir la mariposa. Mientras me masturbo siento que te estoy penetrando, siento mi falo entrando suavemente en tu apretada vulva, esto casi me lleva a eyacular, pero lo evito para seguir sintiendo estos deseos tan vívidos y deliciosos. En este momento decido escribir estos apuntes. Me excita aun más el saber que los leerás  y te excitarán, y tu mano irá a buscar, después, en la soledad de tu dormitorio, en la plena noche ese húmedo y tierno y caliente  rincón de tu cuerpo donde está acechando el goce solitario. Acabo de encender un cigarrillo y no puedo evitar sacar mi miembro erecto y dejarlo sentir el calor del sol en su glande enrojecido, tenso y brillante. Es una sensación muy estimulante y rica. Me siento tan excitado, caliente, como un adolescente, y reconozco que me gusta mucho sentirme así. Cierro los ojos y te veo semidesnuda, solo cubierta con el tuto, tus pechos ahí al alcance de mi boca incestuosa, tu sexo esperando ansioso y mojado mi verga o mi lengua, acelero mi mano que sube y baja el prepucio de mi príapo, siento venir la eyaculación, me estremezco y un chijete de semen denso y lechoso cae en la tierra como si cayera en tu piel. Me quedo quieto, relajado, saciado, escucho tu respiración acesante y sé que también llegaste al orgasmo, sonrío feliz. Después de un rato, camino por la espesura del bosque como un tigre ávido de sangre caliente y a la vez acosado por esa misma hambre de ti. Lo único que deseo es enredar mi lengua en tus pezones, apretarlos con mis labios hasta escuchar tus gemidos de delicada hembra rendida. Otra vez.


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