Pour la
Comtesse dans un tricolore
Como tricolor bandera al viento, azul,
anaranjado y el indefinido matiz del pálido rosado piel, como un estandarte de
las hordas excitantes de tus vellos púbicos, y el sólido escudo de la mariposa
corazón, y las orgullosas estrellas de las victorias impúdicas en las tiernas
pecas que florecen desperdigadas en tus muslos. Los oscuros pelitos tupidos
convergiendo en el ángulo que apunta a tu vulva, y como los finos y delicados estambres
de una olorosa flor carnívora, unos dos o tres más largos para despertar
cosquillas en las mejillas del ávido bebedor de tu néctar, (a veces líquido, a
veces espeso o grumoso, a veces almíbar salado), de este insecto chupador que
te sorbe hasta elevarte en el torbellino de un orgasmo y convertir tus vellos
en algas humedecidas y glaseadas por tu licor y mi saliva. Azul de camisola,
frontera de la blanda y olorosa comba de tu pubis. Mullida duna de Venus. Anaranjado
de colorida sábana que guarda tu aroma de hembra revolcándose en sus fogosos
insomnios. El color indefinible de la piel desnuda exhibida expresamente para
goce y ardor del mirón pervertido. La morbidez incitante de tu muslo donde mi
lengua capturó tus desesperos y echó a volar tus quejidos, el oscuro rincón
peludito donde confluyen tus muslos y mis hambres, donde se oculta pudoroso
pero igual de hambriento tu sexo palpitando inquieto y húmedo porque siente que
mi ojos de fauno onanista lo buscan con la mano miembro en ristre en la tupida
maraña de pendejitos perfumados que florece en medio del erótico tricolor.
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