El sexo, ese mito inefable, es una aventura personal, un viaje de
descubrimiento particular. Sólo tú podrás encontrar tu propio camino hacia las
fuentes del Nilo. Que, por cierto, no están en los genitales, sino en el
interior de nuestras cabezas (i). El amor es la droga más fuerte y más
perversa de la naturaleza; es un mal luminoso, que te engaña con sus chispas de
colores mientras que te devora. Pero una vez que has conocido la vida febril de
la pasión, no puedes resignarte a regresar al mundo gris de la vida sensata
(ii). No es tener sexo lo que cuenta, sino tener deseo. Hay demasiada gente que
tiene sexo sin deseo. Todas esas mujeres escritoras hablan tan mal del tema,
cuando es un mundo que a una le cae encima. Yo he sabido desde niña que el
universo de la sexualidad era fabuloso, enorme. Y mi vida no ha hecho sino
confirmarlo. Me interesa lo que se encuentra en el origen del erotismo, el
deseo. Lo que no se puede, y quizás no se debe, apaciguar con el sexo. El deseo
es una actividad latente y en eso se parece a la escritura: se desea como se
escribe, siempre (iii). Mientras las mujeres fantasean sobre todo con ser
dominadas sexualmente en situaciones en las que ellas son el principal objeto
de deseo (el éxito de Cincuenta sombras de Grey no es casual) o con practicar
sexo en entornos diferentes (tanto románticos como inusuales), los hombres se
decantaban por (¡sorpresa!) hacer un trío (iv). El contrato dueño-objeto está totalmente
viciado, porque la voluntad de la chica no es hacer de sumisa, su real voluntad
es convertir al amo en un hombre cariñoso, sensible, que la quiera, aunque
tenga que poner el culo en hielo por la cantidad de azotes que ha sufrido. Una
vez más se defiende el patrón estereotipado de que la única intención de la
mujer es cambiar al otro, confiando que tarde o temprano, él se volverá un ser
adorable (v).
(i) Lo bueno y lo malo del sexo. Rosa Montero
(ii) Bella y oscura. Rosa Montero
(iii) Marguerite
Duras, entrevista en Le Nouvel Observateur.
(iv) Web « El
Confidencial.»
(v) Elvalsdelamariposa.
Astrid.
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