Par les six
incitations de la Comtesse
La línea en arco que separa tu desnuda piel
del calzoncito (o body) negro como mis erectos deseos de fauno macho goloso, la
visión erótica de ese todo donde el Universo se divide en oscura íntima tela y
pálida dermis deseada decorada por deliciosos pendejitos, la delineada champita
repetida cinco veces distintas como sutiles algas asomando en la medialuna que
deja el borde de las bragas antes de la ingle, algunos largos pelitos rizados
tirando a rubio miel que mi lengua saboreó aquellos brillantes días sin lluvia
y de libidinosas sinrazones de chocolate menta, campanario y mojito. Seis
excitantes convergencias del calzón y las piernas muy juntas, ese negro sitio exultante
de sexo donde acecha oculta la hambrienta vulva voraz, esa pequeña comba que ha
de ser tibia y perfumada a hembra que se miente sus sexuales ardores. Las miro
y las devoro a ojos bien abiertos, las disfruto una a una, las gozo en detalle
y ampliadas, me vuelo drogado por tu carne desnuda coronada por el arco de tus
vellos púbicos, y me excito, me erecto y me sobo, y ante mis ojos la
provocativa media medialuna se agranda y se achica, desaparece y reaparece más
ancha, más incitante, y los pelitos juguetones permanecen insertos en el
mórbido pliegue de la ingle, y el negro aumenta o disminuye demarcando su
recatado territorio, y a veces un muslo sigue hacía la rodilla o hasta el
lejano pie en lontananza, y hay florcitas alegres en el lecho esperando las
salvajes mariposas y una difusa oscuridad de fondo, y un sabor con tu aroma, y
una cálida humedad que adivino excitadísimo en la negrura. Y sigo merodeando
esos seis milagros atrapado como un narcotizado tigre hambriento en ese
hexaedro de piernas e íntima ropa negra.
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