Si te atrevieras a hacerte la virgen dormida desnuda
a mi lado denudo y dejarte soñar como deseo soñarte con el detalle del deseo
encarnado pero sin alcanzar el plenilunio que te asusta sino solo para hacer la
vigilia de tu cuerpo dormido desnudo. Si te atrevieras a dejarte colorear
entera de turbado rubor con mi dedo untado en mi saliva y entregarte a esa leve
intensidad del tacto que irá creando a partir de ti otra tú sobre tu piel tibia
desnuda estremecida. Si te atrevieras a rendirte al simple placer goce éxtasis
del roce apenas, la caricia etérea, el contacto leve de piel contra piel, a la
dulce estimulación que consuma la cercanía. Si te atrevieras a dejarte soñar en
vivo yo podría soñarte como sé que tu quieres que te sueñen y dejarme atrapar
entre tus pechos, dejarme capturar entre tus piernas, dejarme abarcar por tu
esencia de hembra temerosa. Si te atrevieras a dejar que invada las comarcas de
tus desvaríos sin quemar los recatos donde escondes tus silencios de hembra
indecisa, sin arrasar el jardín de tímidas violetas que ocultas entre tus
piernas sino solo mirarlo como un sarraceno extasiado ante el rosado mármol de
un intocable templo imposible. Si te atrevieras a dejar que palpe con
delicadeza de poeta el vértice vórtice donde late lo que te niegas y me dejaras
concluirnos solo en una íntima y compartida celebración onanista, entonces podría
destruir el muro que te encierra y dejarte volar como una vestal desatada del lóbrego
imperio de tus sombras.
miércoles, 23 de octubre de 2013
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