Un día te voy a abrazar, solo eso, para que
por un instante no te sientas sola, sin acosos, sin miedos, sin necesidad de
recatos, sin el velo temeroso del pudor ni nada parecido, solo eso, consumar la
cercanía, alejar por unas horas los nocturnos silenciosos, las manos vacías, la
boca sin besos, pero sin un solo atisbo de urgencias ni persecuciones, sin un
solo roce más allá de tu frontera, solo con la voluntad de abrumarte de los
afectos y los cariños y las ternuras que te extravían en las quemantes arenas
de tu desierto. No rozaré tus pechos encopándolos con mis manos edípicas, no
acariciaré tus muslos con las brasas del deseo tumultuoso, no deslizaré mis
dedos por los surcos, los valles, las dunas, el cauce, que esconde tu íntima
geografía. Relegaré mi experticia de fauno macho libertino para ser contigo un adolescente
principiante que nada sabe de impuras contingencias, no conoce los trabados
vericuetos de la seducción dolosa e ignora las múltiples máscaras del engaño. No
lameré tu vientre hasta el pubis buscando la húmeda fuente del placer, no
sobaré tus nalgas para conocer la textura del paraíso, no hurgaré entre tus
vellos enredándolos con mi lengua hambrienta, no punzaré la flor encendida con
mi virilidad erguida, no visitaré tu boca para embriagarme de tu saliva, no
dejaré espacio u ocasión a la lujuria, al pecado, a la copula, ni siquiera a
las ansias. Te esconderé del mundo ajeno en un abrazo enternecido de proximidad
vigente, de esa cercanía pura y cristalina que anhelas en tus largos insomnios,
te voy a estrechar entre mis brazos como nadie nunca, porqué será sin deseos.
viernes, 25 de octubre de 2013
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