miércoles, 16 de octubre de 2013

EVADIDA


Te me escapas, me rehuyes, fluyes alejándote como un agua delgada y sigilosa que va quemando la piel, marcando su huida en un ardor borroso, entre lo temido y lo deseado, dejas fuegos encendidos como una lava escurriendo lenta sobre pasto seco, dejas incandescencias que iluminaran la próxima noche del lobo hambriento. Aún así puedo oír el roce de tus muslos buscando sensaciones perdidas, la emergencia de tus pezones, tus manos en su vuelo de caricias, puedo ver tus ojos entrecerrados, tus labios entreabiertos, el rubor revelador de la imaginación que se desborda, se desata por los tortuosos senderos de la carne viva que siente o presiente, puedo adivinar tu respiración agitada en su densidad pecaminosa que acusa un aire tibio, vaho o aliento que va avanzando por tu cuello. Te evades de lo que te quema, verbo o silencio, desertas del naufragio por venir, huyes sin saber donde pues llevas en ti misma el demonio del que escapas. Huelo tu aroma vertiéndose en su recatado florecimiento, imagino tu sudor inundando tus poros, tus fisuras, tus oquedades, percibo el brote incontrolado de las semillas del deseo enterradas en tus instintos. Sientes una erguida rigidez punzando tu cuerpo en los innumerables sitios del placer, inundando de ahogadoras sensaciones la instancia del aquí y ahora, sientes dedos, boca, lengua, otras manos, otros labios que dulcemente violentan la humedad sexual de tu escondrijo. Te me fugas desnuda, anhelante, embebida en ese celo de hembra del que reniegas, con tu sexo embriagado de licores seminales, estremecida, vibrante, asustada.

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