lunes, 21 de octubre de 2013

INTOCABLE, FRAGIL, PELIGROSA


Intocable porque te cierras al espejismo del placer de la carne viva y la piel erizada, al susurro que te queme bajando por entre tus pechos, anegue tu ombligo de quemante saliva, moje tu vientre y empape tu pubis, murmure en tu vulva humedecida estremeciéndola como una flor incendiada, intocable e im/pene/trable, inviolable en tu alto castillo sin puerta ni ventanas, con tus deseos amarrados al mástil para no escuchar los cantos mentidos de los machos que te asedian, que te acosan sin lograr nunca tu sonrisa pecadora. Frágil porque te sabes vulnerable escondida en tu caparazón de hembra distante, asexuada, imposible de seducir sin seguir un rito que solo tu conoces, sin los protocolos codificados en tu lenguaje secreto ni las ceremonias sagradas de tus propias creencias, de tus premoniciones de desengaños y de tus certidumbres de venideros dolores, frágil en los oleajes nocturnos que te deben arrastrar a los roqueríos de los insomnios y las soledades, cuando muerdes la almohada y tu cuerpo se arquea y tensa extraviados en los suburbios del goce carnal, inalcanzable. Peligrosa porque el fauno demonio macho que alcance a hundirse en ti, por boca, dedos o falo, embebido de tus íntimos néctares virginales, ebrio de tus prohibidos licores vaginales, conocerá en ese destello el paraíso buscado y a la vez durante la misma fulguración lo perderá para siempre, porque tú, Mantis religiosa, para seguir viviendo en tu espera infinita deberás volver a ser intocable, frágil y peligrosa. 

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