Pour la Comtesse
Tentante
Se te hizo vicio el
rito mañanero de la incitación a distancia de mi vicioso onanismo, y tu
respiración de agita y tu cuerpo tiembla imaginando mi miembro irguiéndose
mientras mis ojos de fauno hambriento recorren con ampliados detalles cada
mórbido pliegue de tus carnes ampulosas, cada manchita lunar, cada pendejito
mecido por la ventolera de mis lujuriosos deseos. Se te quedo pegado en la piel
el estremecimiento del intuir saber sentir que te voy a mirar con el mismo
sexual desparpajo con que te muestras, que mi mano pajera honrará la desnudez
de tus muslos, los vellos como algas olorosas a ti asomados en tus ingles, y la
rala champa de oscuros pelitos en tu Monte de Venus. Se te pervirtieron tus
pudores de solitaria esfinge en altura, esos recatos de beata conventual oyendo
a lo lejos el campanario y sintiendo como te queman las sábanas de tu lecho,
como te arrastra al pecado la perturbadora sensación de sentirte una tierna depravada
calentando desde lejos a un tierno depravado en el amistoso ceremonial convenido
tácitamente de intercambiar eróticas imágenes por incandescencias verbales. Se
te hizo excitante rutina exhibir el entorno perfumado de tu vulva, aunque nunca
el cauce de tus goces, el surco de los deleites fálicos u orales, la vertiente
de los húmedos placeres lingüísticos. Se te quebraron los últimos remilgos de
timidez y autocensura, las limitaciones y los temores, y ahora gozas sonriente
en las penumbras de tus instintos cuando te me exhibes provocando erecciones y
mi lengua lame mis labios entreabiertos mientras gozo cada pedacito de tu
cuerpo desnudado, cada vello expuesto con el desparpajo juguetón de la que se
sabe deseada hasta la pegajosa eyaculación.
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