viernes, 4 de diciembre de 2015

EN NEGROS Y CLARO ROSA


Pour la Comtesse trois fois

Tres potentes inquietantes invocantes incitantes provocantes excitantes visualizaciones de tus muslos apetitosos, una desde la diestra, otra desde la siniestra y la otra centrada, dos con tu pudoroso vientre negado por el calzoncito negro opaco y la central por la camisola de un tenue rosa casi invisible, todas con la nítida traza de los muslos juntos, ese surco blando y tibio donde mi mano se sueña inserta atrapada apretada entre tus mullidas piernas ascendiendo hacía la húmeda la convergencia donde tu vulva apretadita acecha su roce masturbante. Tres calentonas imágenes que intentan satisfacer mi ansioso voyerismo solo con la delicada voluptuosidad de la lisura expuesta y lo imaginado oculto, todas sin pelitos, ni ingles, ni pubis, hechas con el tierno recato de una ermitaña exhibicionista, solo las pequitas lunares fulgurando en ese cielo de piel pálida, de exhibidas carnes deseadas. Tres veces las piernas siempre cruzadas, apretando los muslos entre si, quizá rozándolos con despaciosa voluptuosidad, quizá frotándolos tan lentamente que no parece pecado, quizás tus manos cumplen el rito mañanero de la lánguida caricia, del leve roce, del furtivo manoseo que palpa tu pubis sin atreverse a continuar chapoteando en el charco caliente del deseo mañanero. Tres sutiles trampas eróticas con la sabrosa carnada de tu mórbida sexualidad de piernas juntas instando al delirio vicioso del onanismo distante mientras me imagino con mi rodilla como un ariete intentando abrir el candado de tus muslos cruzados para hacer florecer la flor perfumada de tu sexo, y una vez abierta y estilando su néctar, penetrarla tres veces hasta romperme en la estremecida eyaculación y tú deshacerte en la densidad sublime del orgasmo.


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