Pour la Comtesse trois fois
Tres potentes inquietantes invocantes
incitantes provocantes excitantes visualizaciones de tus muslos apetitosos, una
desde la diestra, otra desde la siniestra y la otra centrada, dos con tu
pudoroso vientre negado por el calzoncito negro opaco y la central por la
camisola de un tenue rosa casi invisible, todas con la nítida traza de los
muslos juntos, ese surco blando y tibio donde mi mano se sueña inserta atrapada
apretada entre tus mullidas piernas ascendiendo hacía la húmeda la convergencia
donde tu vulva apretadita acecha su roce masturbante. Tres calentonas imágenes
que intentan satisfacer mi ansioso voyerismo solo con la delicada voluptuosidad
de la lisura expuesta y lo imaginado oculto, todas sin pelitos, ni ingles, ni
pubis, hechas con el tierno recato de una ermitaña exhibicionista, solo las
pequitas lunares fulgurando en ese cielo de piel pálida, de exhibidas carnes
deseadas. Tres veces las piernas siempre cruzadas, apretando los muslos entre
si, quizá rozándolos con despaciosa voluptuosidad, quizá frotándolos tan
lentamente que no parece pecado, quizás tus manos cumplen el rito mañanero de
la lánguida caricia, del leve roce, del furtivo manoseo que palpa tu pubis sin
atreverse a continuar chapoteando en el charco caliente del deseo mañanero.
Tres sutiles trampas eróticas con la sabrosa carnada de tu mórbida sexualidad
de piernas juntas instando al delirio vicioso del onanismo distante mientras me
imagino con mi rodilla como un ariete intentando abrir el candado de tus muslos
cruzados para hacer florecer la flor perfumada de tu sexo, y una vez abierta y
estilando su néctar, penetrarla tres veces hasta romperme en la estremecida
eyaculación y tú deshacerte en la densidad sublime del orgasmo.
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