viernes, 4 de diciembre de 2015

VOLVI A TI DESDE LAS SALITROSAS ARENAS


Para C.

Volví a ti desde las salitrosas arenas de un seco desierto que no te conoce sino por mi voz que te va dibujando, que te va describiendo enamorada, sutil y soberana sobre los reinos de extraviadas piedras solitarias y subterráneos minerales silenciosos arrancados de sus sueños escondidos. Volví con la vasija de los deseos burbujeando en las ansias de macho, la carne tensa en su arco de lujurias, la mano presta, el miembro erecto, y allí estaba esperando tu seno desnudo con su hermoso pezón coqueto titilando en medio de la tierna comba mórbida, en la suave duna de tu piel hechizante. Volví al deseo de tus leves cercanías, al sabor de tus rojos labios besando, al abrazo de tus ternuras entre tus pechos, al mullido tacto incitante de tus nalgas, al sereno rumor de tu voz en el bosque, a la felicidad de poseerte mía siempre en la deliciosa posesión de mí por ti. Volví a la tentación del dulce pecado de masturbarme en tu ausente presencia, de ser tu erguido macho potro en celo urgiendo con mis tus ojos pervertidos la sabrosa desnudez que me regalas cuando vuelvo cansado y hambriento desde las arenas salitrosas de un desierto que ahora te conoce porque allí derramé mi leche viril sobre los montes de tus senos. Volví a saciarme de ti en la complicidad de todos los años vividos en la secreta consumación de nuestras sexualidades, en la comunión sin pecado de ser uno, un solo ser que vibra así estremecido en la eternidad de todos nuestros tiempos.


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