martes, 8 de diciembre de 2015

COROLARIO IMAGINARIO


Pour elle même, toujours désirée

Me deleito extasiado en las cinco exaltaciones últimas de tus muslos, tus pelitos apenas asomados y ese intenso rojo furioso, me extravío excitado en tu coqueta desnudez impura y entro en un extraño éxtasis premonitorio. Imagino que subo a tus altivas alturas, imagino que me esperas sin acuerdo previo ni seducciones mentirosas, solo la cita tácita, implícita en los retozos de inquietantes imágenes a cambio de barrocas palabras. Y ahí estamos otra vez, frente a frente sonriéndonos pícaros y ansiosos, ambos con la clara premonición de lo que vendrá, entregados a ese designio buscado y rebuscado en los tímidos o atrevidos escarceos de nuestra virtualidad cotidiana. No el mero coito urgente y transpirado sobre el lecho caluroso sino los besos desaforados en el sofá, las manos ávidas, las caricias, los frotes, la mano bajo la negra tela buscando la entrada al quieto placer distinto entreverada en tu cintura, descorriendo desvistiendo desabotonando, alcanzando la suave piel de tu vientre, y más abajo, mi dedo introduciéndose lento y subrepticio bajo el elasticado de las bragas hasta encontrar la fuente misma de tus goces. O quizá los restriego ambos imbricados en cucharitas en la ventana que ya no da a las luces de los barcos imaginarios, mis manos en tu cintura tus caderas tus nalgas tu vientre tu pubis rozando acariciando apretando hurgando, y tus manos hacía atrás en mis caderas apretándome contra ti o en mi entrepiernas palpando la sensible erección que provocas con tus glúteos retrocediendo impúdicos contra mi fálico bulto. No la copula que deja el agrio sabor de la desesperanza o la furia desatada del día siguiente y de los sucesivos sino solo la consumación lúdica, lujuriosa y grata de la amistad con cierta ventaja, no toda, y si el atardecer es propicio y las voces se convierten en quejidos y susurros, abrirnos a las incitaciones veladas, a la amistosa y mutua masturbación, al deleite tranquilo de las ansias contenidas que se desatan por un momento y se echan al vuelo como aquellas salvajes mariposas escapando a otras altivas alturas para que así el después sea más tranquilo, y la amistad siga floreciendo acá abajo sin terribles recriminaciones ni inútiles arrepentimientos.


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