lunes, 7 de diciembre de 2015

TÚ SOBRE LA ALBURA


Para la desnuda D.

Deambulo con mi miembro erecto duro, palo encendido, hierro incandescente, rígido penetrante, por la exuberante desnudez de tu cuerpo tendido sobre el lecho de alba sábana, tu deliciosa teta con su pezón oscuro hacen que mi legua ensalive mis labios por la sed de mamar ese tierno botón exhibido con la audacia de una lánguida y provocativa reina sexual. Vago por tu piel oliendo y lamiendo sus pliegues y sus rincones, los territorios donde domina la tibia concavidad de tu ombligo, las comarcas donde anida tu vulva húmeda y perfumada de intensas feromonas, las suaves columnas de tus muslos cruzando la turbadora línea que separa la pálida región prohibida y la dorada zona donde el sol dejó sus besos marcados. Hurgo entre tus piernas abiertas buscando el surco de tus rosados pétalos vúlvicos, sintiendo en mis mejillas en roce perverso de tu vellos rasurados, degustando tu íntimo sabor a hembra en continuo celo y desesperantes ardores, oliendo el aroma esencial de tu feminidad ofrecida. Exploro las cálidas cisuras de tu axilas, la caliente medialuna bajo tus senos, el sensual arco de tus costillas sobre tu estomago, las mórbidas plegaduras de tu vientre, las febriles curvaturas de tus ingles, la mullida comba de tu pubis. Acaricio la extensión voluptuosa de tu cuerpo desnudo en su reincidente intensidad lujuriosa temeroso del divino castigo, porque llena eres de pecado y solo te salva el fervor con que te espío mientras manipulo mi verga endurecida ante la visión de la exuberante desnudez de tu cuerpo tendido sobre el lecho de alba sábana.


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