jueves, 18 de agosto de 2016

IMAGINEMOS


“Siempre que intentes una prosa”. Ella en su incitación.

Rozo imaginando la tersa largura de tus piernas extendidas sobre la piel blanquinegra de la bestia que yace bajo la blandura voluptuosa de tu cuerpo semidesnudo, le envidio sentir tu peso sensual, las cálidas y mullidas combas de tus nalgas incrustadas en mis deseos esparciendo su tibieza voluptuosa, oler el vaho de hembra recostada que sale de la noche de insomnio lujurioso con la piel ardiendo y el pubis palpitando de un hambre atávica, carnal, fálica, punzante y penetrante, aunque lo niegues después bajo el sol del día abierto a la solitaria realidad que te enjaula. Me quedo lamiendo mordiendo ensalivando la suculenta consistencia de tus muslos, su intensa suavidad que persiste en mi lujuria con lúcida insistencia desde los antiguos tiempos sin lluvias como túrgida amapola o caliente alabastro o pulida ágata, y desgarra de la erótica memoria las caóticas sensaciones de aquellos escasos atardeceres de altos campanarios y lejanas luces de barcos. Mis labios aun recuerdan la tirante sexualidad de tus vellos púbicos cuando los apresaban y tiraban de ellos oliendo tu aroma vúlvico como un sátiro vicioso, y mi lengua aun evoca sus sabores cuando como un molusco se alimentaba de ese exquisito y esquivo musgo sexual. Dejo que mi mano onanista manosee frote apriete masturbe el ídolo erecto que sostiene la visión impúdica de tus piernas extendidas sobre la sensualidad de esa piel en blanco y negro, tú lo sabes o lo presientes o lo asumes, y lo disfrutas allá en tus alturas inalcanzables, y por eso alimentas a esta otra bestia que roza imaginando la larga tersura de tus piernas extendidas sobre la piel blanquinegra de la bestia que envidia. En la cómplice culminación de rito diario sientes imaginando mi densa y quemante lechada escurriendo por tus empeines derramada caliente en tus pies divinos y alados que juegan al exhibicionismo fetichista allá en el horizonte de nuestro íntimo vicio compartido.


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