Es en esa fiera y
exquisita sensualidad que pierden los rumbos los exploradores de las selvas sin
nombre y se extravían los navegantes de los mares ignotos, son los ojos
penetrantes de sensual fiera en carnívoro acecho o el turgente escote en su
rojo fogoso e íntimo negro que atrapa la imaginación en la jaula voluptuosa de
la lasciva caricia o el untuoso lamido, son
esos labios que incitan al beso que se anega en saliva y en ardientes
susurros o ansiosos gemidos, es el oro perfumado de sus salvajes cabellos o la
intensa profundidad de la mirada que arrastra como un oleaje furioso los deseos
más allá de los límites del necesario recato y el debido respeto, es el tibio
canalillo entre esas mórbidas dunas de sueño lo que derrumba los muros del
pudor y absorbe la voluntad como un vórtice feroz y desata la desesperada lujuria
y enciende los ojos machos que caen en su embrujo vertiginoso como en el abismo
de un goce insoportable. Dejarás que el hermoso sol de hoy vague por tu cuerpo
como un invasivo amante insistente, dejarás que bese tu boca y te cierre los
ojos como si fuera primavera, dejarás que acaricie el deleitable contorno de tu
silueta y dibuje tu sombra en la equivocada primavera mientras te adormeces como
una urraca al sol tomándote un cafecito, y en esa imagen te veo desnuda vestida
con la caliente transparencia de un sol que es mis manos y mis labios sobre los
prohibidos territorios de tu cálida intensidad corporal, y ma belle amie,
porque lo cortes no quita lo valiente, me dejo fluir por tus estremecedoras
palabras en erótico juego: “Voy a devorarte todo. Despacito despacito...”
(i), y excavo en los oscuros laberintos de tus poros y tus entrañas hasta que
te sumerjo con tus ojos cerrados en los estremecedores estertores del orgasmo.
(i) La voz de MC.
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