(Reescritura de "Amor
de Mis Amores", de G.J.O.P., con debido respeto)
Te desnudo con ojos de
fauno incesante porque sé que consientes que derrame sobre ti mis deseos, y no
es el tiempo sucedido lo que incendia tus poros con mis fuegos sin tocarte,
sino la intensidad con que ardo en las cercanías de tu escote o las brasas que
te queman en nuestro baile imaginario cuando rozo con mis manos la tibia
desnudez de tu espalda o la dulce miel de mis labios que se embeben delicados
en las tersuras de tu cuello. Y es que aun no nos hemos rozado piel a piel
buscándonos en los intersticios de un aparente juego de azar predestinado,
aunque igual te despierto en las nocturnas penumbras de tu lecho para copular en
ausencia como tu macho distante y en esa desbordada pasión hacerte sentir
hembra poseída. Pero no todo es palabras y un destino cómplice nos fue
convergiendo en el debido destello final, en una ardiente soledad de fieras en
celo que se aman desatadas en la cópula inicial, arrastradas por la ansias de
confirmar en el tacto impúdico la magia imaginada hasta el vicio, y así
sucedimos tal como lo supimos antes de conocernos, sin pensarlo habitamos el
aquí y el ahora, solo con la razón de los ungidos, sin preguntas, sin amoroso
verbo mediante, frotamos nuestros cuerpos como dos náufragos desesperados y uno
del otro necesitados, y me quedo sumergido en la suave comarca de tu piel
enmarcada en el rosado arco de tu blusa, en tu mirada que posee las claves del
embrujo de los insomnes, y en tus rojos labios que como una roja rosa invocan
el beso.
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