domingo, 7 de agosto de 2016

ZOOLOGIAS DE TU NOMBRE


Pour toi, ma belle amie

La negra pantera que habita tu cuerpo como un fuego que te devora y me devora desbarrancándome en el abismo insondable de la furiosa lujuria de tu mirada felina y salvaje, me despeña por los misterios que florecen en las oscuridades de tu alma ansiosa de erguidas carnalidades. Lo que escondes y lo que exhibes con la soberbia de la fiera que se sabe deseada, que afila sus garras y acecha desde los escondrijos de los arduos y secretos deseos de hundirse herido de muerte entre tus deseados senos inolvidables. El perfumado oleaje del trigal de tus cabellos ondeando en los incendiados campos donde copulan estremecidas las bestias en celo. Tu boca con su pérfida insistencia de sangrientos besos mordidos que deja una sed insaciable en las bocas de los ojos que la miran atrapados en tu antropófaga sexualidad, o tu soberbia actitud con su carnívora sensualidad en la pose que se repite una y otra vez como un erótico sueño que invade persistente los insomnios de los machos que atrapas con tus hechizos de desatada hembra hambrienta. Tus afilados colmillos clavados en la carne viva en mis más oscuros instintos de cazador atrapado que se desangra excitado y seminal en los húmedos deseos de sentir las ardientes fiebres y las palpitantes fibras que detenta tu sexo como una sublime amapola anegada, y hundirse endurecido e inhiesto en el vaivén de la dulce densidad de su néctar inalcanzable. Hay en mí rincones en penumbras que reconocen otras sombras sigilosas como las tuyas, donde los espejos son inútiles y las palabras tienen distintos significados, donde los vahos de los cuerpos encendidos fulguran lascivos en la última noche de los tiempos, me pregunto si podré distinguir en esas oscuridades alguna imagen tuya de más lejos que las de tu rostro en su voluptuosa intensidad, si mereceré ese privilegio vedado a la luz de los diurnos jardines y solo permitidos a los demonios que danzan en los rescoldos el cómplice nocturno. Sorpréndeme y abre a mi penetrante capullo los pétalos de tu rosa carnicera y devórame hasta la eyaculación entre las ávidas fauces de la negra pantera que te habita.


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