-Te digo algo; no
te soñé pero te pensé mucho
-Está bien, por eso
no te encontré en el sueño...
-Pero yo sé que te
consigo, cuando me lo proponga te consigo
-Sí, también lo
presiento…
Te tomo la mano y
siento su tibieza en la mía, tú sientes la vida palpitando en ti y nos vamos
naufragando en inquietantes sensaciones, en antiguos descubrimientos y en
redescubrimientos de semillas enterradas en nuestros pasados extraviados que
estaban aun latentes, vivas, esperando agazapadas en los instintos que llegara
su hora. Mi mano que busca tu delicada sensualidad, siento tu pudor, tu
nerviosismo por estar haciendo algo prohibido, tu respiración agitada, tu boca
esperando el beso, tus ojos entrecerrados, tu piel sensibilizada hasta
hacerte sentir la cálida brisa de mi respiración trazando en ella los signos
inequívocos de la seducción, catando su aroma desde tus mismos poros,
saboreando la impúdica cercanía que casi se convierte en roce, en caricia. Pones
tu cabeza en mi hombro y huelo tu perfume, siento el calor de tu cuerpo, acaricio
tu pelo, tu rostro, te beso suavemente, mis labios se posan en los tuyos
como pájaros sedientos, los abarcan y restriegan, mi lengua los abre como una
roja flor, se inserta en su humedad cautiva y baila en tu boca la lúbrica danza
del desasosiego. Te asustas y yo me estremezco, no puedo evitar excitarme, te
siento tan mujer que mi virilidad despierta intensamente, te abrazo, te aprieto
contra mí y nos quedamos abrazados en silencio, sintiéndonos, sin dejar
espacio entre nuestros cuerpos, sus geografías calzan en un exacto ajuste
sexual, como la imaginaria e imposible cópula de un fauno y una ninfa en la
cómplice espesura de un bosque. Me enciende sentir tu femenina fragilidad
tan cerca, me haces sentir un macho tierno o una libidinosa y penetrante bestia
domada rendida a tus designios y recatos. Estoy controlando mis deseos, estoy
reteniendo mis manos que quieren acariciarte más y más, quieren palpar tu
cuerpo, sentirlo en su plena evocación de lejanas primaveras, encopar las
tibias palomas de tus senos, percibir las sensitivas puntas de tus pezones, manosear
con sutil desparpajo el mullido triangulo de tu pubis. Me quedo abrazándote
en silencio, sintiendo la intensidad física de tu cuerpo, reteniéndome para no
cruzar tus límites, aunque ya te siento mía, y voy guardando en mi memoria cada
detalle, cada referencia de tus sexuales territorios, cada tacto u olor, cada perturbación
y quejido, cada sinuosidad y cada evidencia de nuestras secretas lujurias para
a la noche dibujarte entera y perfecta en el sueño y poseerte hasta que tus
uñas graben desesperadas tu nombre en mis espalda.
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