sábado, 20 de agosto de 2016

SECUENCIAS PARALELAS


-Te digo algo; no te soñé pero te pensé mucho
-Está bien, por eso no te encontré en el sueño...
-Pero yo sé que te consigo, cuando me lo proponga te consigo
-Sí, también lo presiento…

Te tomo la mano y siento su tibieza en la mía, tú sientes la vida palpitando en ti y nos vamos naufragando en inquietantes sensaciones, en antiguos descubrimientos y en redescubrimientos de semillas enterradas en nuestros pasados extraviados que estaban aun latentes, vivas, esperando agazapadas en los instintos que llegara su hora. Mi mano que busca tu delicada sensualidad, siento tu pudor, tu nerviosismo por estar haciendo algo prohibido, tu respiración agitada, tu boca esperando el beso, tus ojos entrecerrados, tu piel sensibilizada hasta hacerte sentir la cálida brisa de mi respiración trazando en ella los signos inequívocos de la seducción, catando su aroma desde tus mismos poros, saboreando la impúdica cercanía que casi se convierte en roce, en caricia. Pones tu cabeza en mi hombro y huelo tu perfume, siento el calor de tu cuerpo, acaricio tu pelo, tu rostro, te beso suavemente, mis labios se posan en los tuyos como pájaros sedientos, los abarcan y restriegan, mi lengua los abre como una roja flor, se inserta en su humedad cautiva y baila en tu boca la lúbrica danza del desasosiego. Te asustas y yo me estremezco, no puedo evitar excitarme, te siento tan mujer que mi virilidad despierta intensamente, te abrazo, te aprieto contra mí y nos quedamos abrazados en silencio, sintiéndonos, sin dejar espacio entre nuestros cuerpos, sus geografías calzan en un exacto ajuste sexual, como la imaginaria e imposible cópula de un fauno y una ninfa en la cómplice espesura de un bosque. Me enciende sentir tu femenina fragilidad tan cerca, me haces sentir un macho tierno o una libidinosa y penetrante bestia domada rendida a tus designios y recatos. Estoy controlando mis deseos, estoy reteniendo mis manos que quieren acariciarte más y más, quieren palpar tu cuerpo, sentirlo en su plena evocación de lejanas primaveras, encopar las tibias palomas de tus senos, percibir las sensitivas puntas de tus pezones, manosear con sutil desparpajo el mullido triangulo de tu pubis. Me quedo abrazándote en silencio, sintiendo la intensidad física de tu cuerpo, reteniéndome para no cruzar tus límites, aunque ya te siento mía, y voy guardando en mi memoria cada detalle, cada referencia de tus sexuales territorios, cada tacto u olor, cada perturbación y quejido, cada sinuosidad y cada evidencia de nuestras secretas lujurias para a la noche dibujarte entera y perfecta en el sueño y poseerte hasta que tus uñas graben desesperadas tu nombre en mis espalda.


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