martes, 30 de agosto de 2016

MONS VENERIS


“Cerca del sol, nubes extrañas cambiaban de forma con rapidez inusitada. Parecían insinuar letras, un mensaje." Pubis angelical. Manuel Puig, 1979.

Me recalientas hasta los huesos de mis antiguos dinosaurios y haces gotear las babas de mis demonios sexópatas cuando observo con pervertida lucidez esa empanadita peludita que tienes ahí palpitando en tu pubis, no la obvia oscura mariposa húmeda ni la rosada rosa abierta de las típicas cursilería poéticas, sino la negra araña al acecho para envenenar de penetrantes deseos la sedienta lengua del fauno o erguido miembro del sátiro ebrio de tus íntimos aromas y de tus profundos sabores. Embelesado me rindo a la visión alucinante de ese blando promontorio de la diosa siempre desnuda que enciende y apacigua furiosos onanismos, de esa mullida almohada que mi mejilla añora en la vana esperanza de volver a derrumbar tus sagrados muros y escalar el campanario del alto anochecer silencioso, de esa duna con su oscuro y rebelde musgo despeinado que mi nariz profanó en su afán de poseerte hasta en la inquietante emanación de tu perfume sexual, de esa eternidad de memoria persistente donde un atardecer sin lluvia burbujeé como un adicto perdido buscando el húmedo molusco de tu sexo para saborear los densos jugos de tu lujuria. Me licuas en una densidad lechosa y ardiente que fluye solemne entre mis dedos, me sacias los carnívoros instintos, me drenas las cloacas anegadas de fluidos ansiosos, me revientas labios por volver a besarte en cruz en esa boca oculta que escondes bajo esa champa rala de algas olorosas a ti y sentir el dulce roce del interior de tus muslo en los lóbulos de mis orejas mientras escuchan tus quejidos de hembra sometida a los tormentos del fervoroso cunnilinguis.


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