Para
MV, junto al río.
Está el río tranquilo sin oleaje, la ardiente
arena fina y quieta, la gris baranda que el sol quema, esta el rojo burdeos en
tus manos, el rosado vaporoso de tu blusa, el oro refulgiendo en tu cuello, el
voluptuosos celeste exuberante que guarda sin ocultar la morbidez de esas lunas
llenas de tus pechos, está el sobrio escote donde se asoma el cauce inicial del
tibio canalillo, está tu cuerpo de cuello a rodilla con sus maduras
sinuosidades y un poco de tu piel para deleite del que te escribe estos versos desde
esta imposible lejanía. Pero no está el arco del puente ni el cielo en su gris
nublado, ni tu dulce rostro sonriendo con una roja rosa en tu boca, ni tus ojos
de miel misteriosa, ni tu pelo rizado gris en su color ni el intenso silencio
del paisaje. Está el río tranquilo sin oleaje la ardiente arena fina y quieta, la
gris baranda que el sol quema, esta el rojo burdeos en tus manos, el rosado
vaporoso de tu blusa, el oro refulgiendo en tu cuello, el voluptuosos celeste
exuberante que guarda sin ocultar la morbidez de esas lunas llenas de tus
pechos, está el sobrio escote donde se asoma el cauce inicial del tibio
canalillo, está tu cuerpo en entera cercanía desde tus cabellos hasta tu pubis con
sus maduras sinuosidades y un poco de tu piel para deleite del que te escribe
estos versos desde esta imposible lejanía. Está el arco elevado del puente, el
cielo en sus grises nublados, tu dulce rostro casi sonriendo con una roja rosa
en tu boca, están tus ojos de miel misteriosa, está tu pelo rizado gris en su
color y el intenso silencio del paisaje.
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