“Esta
es solo para tu inspiración”. Ella, en sus provocativas palabras.
Siempre vuelvo a la amplitud esencial de tus senos,
a esa mórbida blandura, a esa tierna suavidad de pétalo exhultante, a indagar e
imaginar el matíz carnal de tus pezones, la coloración secreta y el tamaño
exacto de sus areolas, la medida precisa de las pequeñas alturas de sus cimas
orgullosas. Quiero bajar por tu cuello y
sientas un sutil cosquilleo al pasar por tu hombro besarte lentamente hasta
llegar a tus pechos… Y ver como erectan tus pezones al sentir el calor de mi
lengua… (i). Siempre regreso a estimar el tamaño de tus pechos, los sopeso,
los acaricio, los amaso, los manoseo, los aprieto, los beso y los lamo, los
huelo buscando en sus poros su persistencia sensual y la sensación sexual de
sentir sus blandas convexidades en mis manos. Quiero recorrer el universo celestial de tus pechos, cubrirte de
caricias y de besos tus aureolas y construir de mil maneras un mundo lleno de
sensaciones (ii). Siempre que retorno a tus senos mis dedos modulan sobre
ellos la edípica melodía del macho enternecido, mis labios beben en sus pezones
inhietos la tibia fragilidad inicial y el primer goce y quizá la primera
prohibida excitación. Tus pechos se
dormían en sosiego entre mis manos, recobrando nido, fatalmente obedientes al
que ha sido el amor que una vez los marcó al fuego (iii). Siempre me quedo
mirando absorto la blusa que dibuja tus deliciosos pechos hasta hacerla
transparente y gozar la visión perturbadora de tus mullidos senos desnudos. Tus senos, mujer, llenos de carne amada, como
redondas frutas caras al paladar, como sabrosos duraznos y edénicas manzanas
(iv).
(i) “Recorriendo tu cuerpo desnudo”, Rudy
Jeremy Valdinni
(ii) “De ti, quiero...” Johan (Bond)
(iii) “Tus pechos”, Tomás Segovia
(iv) “Poema sobre los senos”. Luzos Decaz
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