“Q
bueno a mi me encanta leer mucho y del sexo ufff mucho más”. BM, en su verbo.
En la oscuridad cómplice de la noche, aferrada
al tronco inverosímil, rodeándolo con tu cuerpo y tus brazos, ávida de ese
grosor imposible, soñando con el macho gigantesco poseedor de ese falo
imponente. Tu estomago y tu vientre apegados a ese príapo increíblemente duro como
en un erótico preámbulo de un coito violento y
sublime. La curva sensual de tu espalda delata la lujuria con que
devoras la sensación de ser penetrada por ese miembro viril mientras gimes con
tus ojos bien abiertos y murmuras de goce con tu boca bien cerrada. Te agarras
como una voraz hembra en celo a esa tiesa verga erguida y portentosa sabiendo
que morirás en el intento, que partirá en dos tu pequeño cuerpo, que te abrirá
los pétalos de tu vulva como en una brutal violación salvaje, y tú gritaras de
goce inconcebible y de un abierto dolor insoportable, y en ese pervertido
desenfreno fálico, en esa locura imaginada y perturbadora, te iras sumergiendo
en ese obsceno sueño de un intenso orgasmo que deshace en mínimos fragmentos
tus lascivos deseos. En la ardiente luminosidad solar que te acaricia entre los
ocres terrestres y los verdes vegetales, con el mar lejano y tu suave piel
morena desnuda. Hay otro verde que niega tus mullidos senos con sus oscuros
pezones allí escondidos e impide ahí abajo la visión de tu pubis con tu vulva
estrechada entre tus muslos que muy juntos se estimulan en secreto. Todo tu
entero cuerpo soleado provocando con sus mórbidos pliegues y tu ombligo, con el
escote medio mostrando impúdico esas deliciosas y carnales burbujas del deseo. Tu
rostro serio y tus largas uñas bien pintadas, las joyas con sus metales y el
sombrero tejido. Así mismo te voy devorando con vicioso detalle, sobajeándo
lujurioso y lascivo cada mórbido rincón, succionando tus pezones como un macho
embrujado, penetrando lentamente tu húmeda hondura vertical, hasta que mi mano
pervertida consuma masturbando los obscenos verbos que laten en el goce de tu imagen.
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