domingo, 13 de noviembre de 2016

RETRATO DE UNA ABIERTA ROSA SENTADA


Para Rosa S.

Abiertos tus mórbidos muslos mostrando el negro triángulo del breve pantaloncillo que oculta el otro triángulo más íntimo de tu pubis, que guarda en su mullida consistencia la flor sajada y olorosa de tu vulva. Blanca la delgada tela que dibuja, que se ciñe y abarca sensual tu voluptuosa y grande tetamenta, que envuelve como un oleaje de espumas los lúbricos pliegues de tu cuerpo desde tu estomago a tu vientre. Tu boca en la perfecta y precisa actitud que hace imaginarla succionando la erguida virilidad del que la mira. La pequeña cruz que cuelga en tu pecho para alejar las obscenas miradas a tus senos de los lascivos demonios erectos, endurecidos y masturbatorios que te recorren entera buscando las puntas escondidas de tus pezones. Pálida y tibia toda tu piel entera con su sabrosa madurez exultante donde el rosado nácar de tus uñas declara toda tu femenina esencia  más allá de los urgentes deseos. Tu mano en esa teta imponente, en esa blandura incitante, en esa mullida luna llena, en ese seno delicioso, tu mano en tu rodilla sobre tu piel desnuda, el muslo, la pantorrilla, tus brazos en piel viva como en el leve escote discreto, tu sonrisa ambigua incitando, tentando, pero apenas coqueta, tus mórbidos muslos abiertos como abierta ha de estar tu vulva, ofrecida con secreto impudor bajo el recatado pantaloncillo como una húmeda flor escondida, tu mano sosteniendo ese pecho maduro como ofreciéndolo a las bocas sedientas de los machos hambrientos que imaginan hundirse entre tus tibias dunas imponentes.


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