“Échale
pues, solo que embellece las palabras para que se vea poético”. N.A.R.
Llevas dos lunas llenas en la tibieza de tus
pechos, maduras frutas de tu estío, dos palomas dormidas en su mórbida suavidad,
por ese hondo canalillo han de suicidarse los poetas mordidos por tu hechizo
lunar, por ese escote sublime se elevan los ávidos ojos atrapados en sus
tersuras y estos cálidos versos que te brindo excitado. Tu mirada escarba los
irreverentes deseos, socava la lenta rutina del silencioso atardecer, de tus
ojos coquetos se vierte una intensidad que trasciende el verbo que la puede
describir, tus labios tientan como un mariposa en el ocaso, la ensortijada selva
de tu pelo inicia una lujuria donde mis dedos se enredan en su tenue perfume y
mis manos se sumergen en sus suaves delicias. Voy bordeando el celeste por la
orilla de tus senos, presintiendo sin tocar sus morenas blanduras, rozando como
sin querer sus mullidas tersuras. Y toda esa dulce miel oscura de tu piel se
derrama por mis labios desde ahora sedientos de tus latidos. Extraño las caricias de tus manos, aquellas
noches; cuando dormíamos empiernados (i) después de habernos trabado sin
límites ni pudores en una cópula salvaje insertos como pájaros nocturnos en el
denso y cómplice terciopelo de la noche. En el rescoldo de ese sueño imaginado
de lujurias y locuras aun puedo saborear,
el manjar de tu boca (ii), la sensual reptación de tu lengua en la hondura
de mi boca hambrienta de tus carnes desnuda y palpitantes, el aroma de hembra
que se eleva como un mágico vaho de tus pechos suculentos, de tus muslos
incesantes, de tu pubis estremecido, de tu vulva abierta como una húmeda
anémona carnivora. Y voy por tus entrañas tan
apasionado y provocador como las yemas de mis dedos acariciando tu ser (iii)
buscando lo que cimbra tu cuerpo cuando
estoy dentro de ti (iii) para romperte en fragmentos como un penetrante y erguido
macho vencido por tus vehemencias, y dejarnos morir de tiempo y nostalgia, de
imposibilidad y distancia, abrazados y solemnes entre los últimos fervores de
nuestras propias sexualidades desatadas, anegados de un sudor que supura desde el alma, observando a través de la ventana el
rocío de la madrugada (iv) mientras naufragamos de soledad cada uno en su
lejano y ajeno destino.
(i) “Te Extraño”, N.A.R.
(ii) “Besos con sabor a miel”, N.A.R.
(iii) Paráfrasis de versos de “Abel (03)”, N.A.R.
(iv) “El Rocio De La Madrugada”, N.A.R.
1 comentario:
Muy Hermoso! Gracias Mi estimado amigo.
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