sábado, 11 de enero de 2014

REGALO


Serán veintidós, uno tras otro sin solución de continuidad, hilados enhebrados por la ardiente saliva, dibujados escritos pintados tatuados o tallados en las lascivas sinuosidades desnudas de tu piel, recorriendo tus íntimos territorios paso a paso, transitando beso a beso tus distancias en una deliciosa travesía por ese cuerpo deseado sin hartazgo ni compasión. En su trayectoria simétrica y carnal irán uno a uno lentísimos por el tobillo rumbeando arriba al norte de tu boca, por la pantorrilla en un trazado de delicada acuarela, por la rodilla en su circulo solar, por el madreperla del muslo en una escritura de eróticos arabescos, por la humedad de la vulva vértice vórtice, por el vientre en su convexidad impúdica, por la fuente cóncava del ombligo, por el pezón dormido, por la Incisura jugularis y la Fossa supraclavicularis hasta anidar vehementes en los labios. Luego en perfecto equilibrio irán por el tobillo mirando hacia tu rostro, por la pantorrilla en una tenue filigrana, por la rodilla contorneando el borde cosquilloso de la rotula, por el concheperla del muslo en un lenguaje de lujuriosos signos intraducibles, por los ralos musgos de esa tundra olorosa, por la curva exquisita de la cadera, atrás por la cavidad de Lobachevski, subiendo por la extensión entera y continua de las vértebras, surcando el canalillo por entre los pechos y el tibio cauce de la clavícula hasta anidar otra vez con renovada vehemencia en tus besos. Serán veintidós, dos veces once, ansiosos y embebidos de un fervor de naufrago, con las todas las artes y las magias del fauno celebrando el día en que comenzaste a esperarme. 

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