Viaja o duerme lánguida abrumada de
ensoñaciones y caricias, de mis manos incesantes sobre su cuerpo semidesnudo,
de mi boca viajera por el tibio mapa de su piel. Se sueña soñada por el fauno
pervertido que duerme erecto oculto en un bosque de altos eucaliptus, acechando
su boca y su sexo para inundarla de besos invasivos, de estertores y
estremecimientos mientras ella ríe nerviosa rendida a los voluptuosos juegos de
aquel sátiro sigiloso. Sueña percibe mi mano labios boca lengua repasando en un
ir y venir incansable el nácar constelado del interior de sus muslos con la
humedad y el afán de un depravado fetichismo, sueña imagina que la mira, la
saborea, le desnuda una y otra vez con sus ojos de vicioso macho onanista. Duerme,
sueña sueños de luna llena, estremecida por mi mano dedo boca labios lengua, se
sueña invadida de turbios deseos ardiendo en el sudor de la tarde calurosa,
sueña avergonzada un sueño en el que el amante lujurioso lame su vulva con
ansias de bebedor sediento y ella se deja beber, sorber, succionar como un
licor abierto. Viaja con sus piernas apretadas temiendo que un leve movimiento
la desate, la libere, la encienda en medio del paisaje y la convierta en una
estatua de sal, en una esfinge de arena, en una vestal desflorada. Duerme o
viaja intranquila temiendo que su alma se le vuele y vuelva a su castillo a buscar
los conchos de mojito, las manos que la desgranan en sus cristales secretos,
los dedos que la hurguen en los delirios del desconcierto y las prohibidas
impudicias, la boca lengua que la desarman o fragmentan cuando va
precipitándose extasiada a las aguas turbulentas por el abismo de un orgasmo
desesperado como en un viaje o un sueño.
jueves, 16 de enero de 2014
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