sábado, 4 de enero de 2014

INALCANZABLE*IMPOSIBLE


Por el nácar tibio de tus muslos hasta tu boca escorando por el borde nítido de tu cuerpo soñado desnudo recostado, socavado por tu insinuante derrière, por tus pechos ampulosos, por el provocador contorno de tus piernas, reencarnado otra vez en lombriz, en caracol, en lobo hambriento de la ternura atávica de tu piel que desde ya consiento inalcanzable o imposible. Ebrio de tu perfume vuelvo a ser el niño huacho, el linyera sediento, el abandonado perro callejero hurgando con la mirada en la lisura de  tu vestido negro luto por nadie sino por ti misma aprisionada entre tu aun joven belleza inquietante y tus remilgos de ninfa siempre perseguida pero siempre inalcanzable o imposible. Y me vas moliendo en el trapiche de tu intensa proximidad hasta la arena, la arcilla o la ceniza, me vas pulverizando en los linderos de un suplicio merecido y buscado con tus imperceptibles coqueteos de doncella sagrada que provoca juega y descarta sonriendo una y otra vez al sufrido macho viejo que escarba desesperado en su memoria de pervertido vividor para encontrar en la tersura de antiguas caricias la suavidad rozagante de tu piel tersa, ya inalcanzable y quizá de seguro imposible. Sigo tus pasos en un silencio majestuoso de catedral o crepúsculo con las manos empuñadas por la furia sexual del macho en celo, refrenadas para no hundirme en la absoluta locura de ir allí mismo a descorrer ese largo cierre éclair que te ciñe desde el borde del cuello al ruedo sensiblemente arriba de las rodillas por atrás del negro luto inútil en una sinuosidad genital de hembra que sabe que la miran con las manos empuñadas de macho en celo sofrenado para no sumergirse en la más divina de las locura solo por ver tu cuerpo semidesnudo desde atrás apenas oculto por la fina cinta negra y el broche perlecente del soutien que cruza el tibio mármol de tu espalda y abajo, encarnada entre las lujuriosas combas de tus nalgas, la Y griega de las bragas que imagino pequeñitas y de un voluptuoso negro luto excitante, pero te sigo como sin mirar porque te sé desde siempre serenamente inalcanzable y desesperadamente imposible.  

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