Fue tu cumpleaños y yo andaba
tascando las alturas de un desierto encarnecido en su mudez de tumba ancha y
larga, desolada. Buscando tu voz milenaria ocluida bajo las piedras estériles
calcinadas por las ráfagas de los soles iniciales, bajo los negros peñascos de
hematitas bruñidas por los vientos enseñoreados en esas soledades petrificadas,
en los fragmentos minerales con los todos los matices del verde de los cobres
dormidos, en los susurros y crujidos de una geología secreta. Fui escarbando
las arenas ferríferas, las gravas limosas, las sales y los clastos de cantos
angulosos, el caliche que cementaba los márgenes de tus ojos, para acunarte
niña hembra mujer en la ceremonia de una muerte instantánea en el clímax, de un
desaparecer en la carne tibia y húmeda y un revivir en los tiernos y laxos
besos del después. Cumplía así el designio de llevarte traerte allá aquí en el
lugar de los chañares (Geoffroea
decorticans [i]) desaparecidos mientras tu festejabas otro años sucedidos
en los muchos que espero te deparó el destino para que yo viniera a cumplir en
ti el misterio de la culminación. Y en la noche abajo en la orilla marina de
finas arenas de cuarzos y espumas te busqué en el calor húmedo que escanciaban
las horas en el lecho de celibatos y orgiásticas imaginaciones, esperándote en
una desnudez de fauno tu desnudez de ninfa, y escurría por mi cuerpo el sudor
de la hoguera de tu cuerpo en sus detalles y perversiones, mi boca sorbía de tu
boca la saliva lúbrica, mis dedos resbalaban por tu pubis ahondando en el
abismo de tu vulva, mi lengua escribía este texto sin comas ni puntos en los
todos los idiomas del desespero, mi virilidad te anegaba entre el sudor y la
noche calorosa, felices saciados porque todo sexo es renovación, un rito de
rejuvenecimiento, una ansiedad nueva de volver a ser en un dios imperfecto y un
animal perfecto a la vez coincidentes y confrontados, fieras salvajes, lobo y
gata, y niño macho hembra madre incestuosos revolcados en la magia terrestre del
hechizo solar y el embrujo lunar, todo en una sola piel un solo cuerpo
entregado a los designios de los deseos que pediste sigilosa al apagar las muchas
velitas de colores, espero.
[i] Ó Lucuma spinosa de Molina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario