—Te voy a matar— dijiste con los celos
vivos por divas imposibles, musas intangibles e imaginadas meretrices
caribeñas, —¿con las manos o con los dientes?— te pregunté con el temor incrédulo de una victima inocente
o el cínico desparpajo del criminal inconverso, —con los labios— respondiste inmersa en tus celaciones
sugeridas por el silencio y el insomnio de la lluvia sobre los bosques del sur
lacustre, —que
muerte más hermosa— pensé con delicias de fauno vulgar, voyerista y vicioso, asesinado por besos hirientes muere fauno
equivocado titularán los pasquines amarillistas, fauno de peluche muerto por mordiscos, por lamidos, por severas
succiones mortales inferidas por brutal amante despechada, dirán los
noticieros mañaneros de la farándula. Noticia que solo asombrará a los poetas eróticos
y a las ninfas viudas que seguirán esperando para siempre al ‘pirata de aguas
turbulentas’ que las embauque con el ardiente fervor de un pervertido y las
fragmente en tibios pedacitos de carnales placeres. Y he aquí al que matarás
con tus labios homicidas, allá por marzo o abril, lo sé, imaginando tu boca
afanada en esa muerte labial, recorriendo a besos mi pecho con ternura, mamando
mis tetillas sensibles, ensalivando mi estomago, mi vientre, volviendo a mi
boca una y otra vez para recuperar el aliento delictivo, imaginando tu lengua
tejiendo mis vellos púbicos, lamiendo mis testículos desamparados, mi glande
rosado y brillante, el tronco suave de mi verga victimizada, y sentí tu boca
entera, tus dientes filosos, tu paladar sofocante desatados en perversas
succiones mortales, y percibí la cercanía de La petite mort (i) y me entregué a su eyaculada consumación, pero
no llegó. Ahora bien, yo venía de un viaje hacia el adentro de lugares y años,
venía con una melancolía rara, anduve en esos lares desolados pensativo y
silencioso, ido, repasando mi pasado incrustado en esas arenas desiertas,
revisando mis errores, mis torpezas, mis soberanas estupideces, configurando
las claves de los dolores de mi infierno personal y me quedaré esperando ansioso
hasta marzo o abril los besos de tus labios asesinos como un deseado suicidio.
(i) La petite mort en francés, también
conocida como La pequeña muerte, hace referencia al período refractario que
ocurre después del orgasmo sexual. Este término ha sido interpretado
generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o
desvanecimiento post-orgásmico que sufren las personas en algunas experiencias
sexuales. De manera más amplia se puede referir al gasto espiritual que ocurre
luego del orgasmo, o a un corto período de melancolía o trascendencia, como
resultado del gasto de la "fuerza de vida". Un estudio reciente sobre
los patrones de activación del cerebro usando una tomografía por emisión de
positrones da cierto apoyo a la experiencia de "la petite mort".
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