“Rosa que al
prado, encarnada, te ostentas presuntuosa de grana y carmín bañada: campa
lozana y gustosa,…” Sor Juana Inés de la Cruz
Deslizo mis ojos voyeristas por las leves marcas
de los breteles en tus hombros, en tus mojados cabellos alisados, en tus axilas
y en tus ingles humedecidas, en tus rodillas, huelo el vaho humectado que se
evapora de tu cuerpo impúdico como si nadie lo observara. Te quito de un envión
la toalla, te dejo desnuda de un solo zarpazo de tigre macho en celo, lamo toda
el agua que se escurre por tu madura desnudez, sorbo tus sabores de hembra
empapada, acaricio tu desnuda voluptuosidad con calma y lenta parsimonia para
disfrutar cada una de tus combas y dunas, tus cauces y pliegues, blanduras y
tersuras, la sexual calentura de tu sexo y la tensa suavidad del surco entre
tus nalgas. Me excito en el relumbre del agua en tu piel, en esos destellos y
brillos que aumentan tu sensualidad pervertida y exhibicionista, sobo mi pene
por encima del pantalón sintiendo su erección abultada, me relamo ante la
visión de tu deliciosa y provocativa obscenidad, de esa dulce indecencia que
despierta mis instintos más salvajes, mis viciosas y masturbadoras obsesiones,
mis pulsiones oscuras y vergonzantes. Te destapo húmeda y chorreante, te sobo
tus glúteos y tus muslos, te mamo tus pezones mientras amaso tus pechos
solemnes, meto mi dedo en tu vulva para untarlo en tus aguados jugos vaginales,
me declaro un depravado obsesionado por tu tetamenta y por las carnales
ondulaciones de tu vientre, por el aroma de tu vulva y por la sensación
inquietante que siento en mi lengua al lamer tu tímido orificio anal. Dejo que
manosees mi verga, que la aprietes con tus manos mojadas y resbalosas, que la
frotes suave primero, frenética después, en tanto yo resbalo lánguido mis manos
por la curva que va desde tus axilas a tus caderas. Hasta que así agachada te
aprovecho la postura y te muestro mi verga bien erguida, dura, palpitante y
sensible, y te la acerco a tu boquita anegada, te insto a mamarla con todas las
ganas, chupa que te chupa te vas encendiendo hasta hacer hervir las gotitas que
aun titilan en tu piel, y succionas con locura el miembro erecto, y lo muerdes
en tu gozo bucal, y lo masticas y lo absorbes, y te vas tragando hambrienta el
chorreado semen caliente que te ahoga desde allá al fondo de tu paladar, y
termino el asedio punzando tu mojado ano apretado como en un juego de perritos
con mi falo ya casi laxo y tu culito incitándolo.
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