lunes, 21 de marzo de 2016

SIMBOLOS E IMPOSTURAS


Comienzo a escribirte de las penumbras de mis desasosiegos y termino mordiéndote los labios o surcando tu escote, hirviéndote de besitos debajo el ombligo, oliendo en tu pubis la cercanía inquietante de la ‘nena’, sintiendo tus deliciosos besitos atrevidos por los vericuetos de mi cuerpo que vas ensalivando con la lenta sinuosidad de tu lujuria reprimida. Atardece como si estuvieras aquí, escondida entre los rosales, en los altos rubores del atardecer que se empeñan en dibujarte, en la trama de los follajes y en la casi noche de tu paisaje húmedo por mi presencia siempre viva allí en tu claustro. Yo bebo el rastro de mi boca en tu boca, tu saliva de miel y menta, bebo tus suspiros en su fuente, el rubor que anida en tus mejillas cuando te excitas en la quieta intermitencia de tu noche encendida. Pero no estás y solo me queda el paladeo de la noche que se viene con mi rostro entre tus piernas, mi nariz surcando tu íntima humectación, mi lengua atrapada en el vicio de lamer tu delicado dulce rosado molusco abarcándolo bajo el murmullo del goce, extasiado por tu aroma y ebrio de tu sabor. Igual te presiento en las rosas del crepúsculo cuando el sol inicia su fuga y me posees sigilosa en la penumbra de la paloma. Seguro que en un rato más me sentirás bajo las sabanas, te irá quemando mi aliento en tu cuello, en tu canalillo, en tu ombliguito, en la “nena” que juega sin piedad con mis deseos mientras me va provocando un delicioso insomnio. Quiero dormir calcinado por los fuegos de tu sexo, con el “nene” en erecto desacato consumiéndose a si mismo.


No hay comentarios: