Para ACM, viajera, hoy.
Es en el misterio de la rosa nevada que hiela
y licua donde tu silencio me incita a perderme en tu piel, y rastreo tu perfume
por el sopor de la tarde calurosa, bebo tu aroma de hembra mía, te presiento en
mi lujuria solitaria, rozo tus pezones, hurgo tu vulva con mis dedos provocadores,
lamo tu ombligo con mi lengua impúdica, froto mi cuerpo desnudo contra tu tibia
desnudez, piel con piel, manos afanadas en espaldas y en nalgas, los labios
enquistados en húmedos besos, mi miembro hendiendo tu sexo, nuestros ojos
cerrados y las respiraciones desesperadas. Unidos, incrustados, apegados,
fundidos, fusionados, yuxtapuestos como un solo ser que copula sobre si mismo,
vertido abierto penetrando y penetrado. Voy a por tus sabores más íntimos,
saliva, sudor, fluidos, voy incipiente y artero como un parásito salvaje sin
posible mitigación ni desaparecimiento. Me impregno de tu gustillo carnal, me
inundo del antojo de tu cuerpo embozado en sus lascivos pliegues, en la
palpitante sensación de una copula secreta, oculta, solapada. Sé tú me sientes
carcomiendo tu sexualidad subrepticia, deslizándome como un denso liquido que
te subvierte y excita y te despoja y viola y abusa con tu pleno consentimiento.
Me enredo en tus embrujos de mujer deseable y dispuesta, me trabo seducido por
tus encantos de sirena desvergonzada, me derrito entre tus manos cómplices y
enloquecedoras, desespero en tu boca mordido lamido succionado pervertido en
ella y feliz gozador, ebrio de ti inmerso en ti abrumado de ti deseoso y
desesperado de ti, ciego y ungido como un oscuro ángel extraviado.
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