martes, 22 de marzo de 2016

NO TÚ SINO LA BARONESA


No las dulces golosinas del kiosco sino tus labios en el beso escondido, infiel, secreto y pecador, y de destino imposible. No los globos blancos y rosados sino los dos rojos escondidos en tu pecho, palomas tibias anidadas en tu brassiere. No los frascos de transparente cristales sino la breve v de tu escote corazón que profundiza leve y sutil entre tus senos. No el tejado esperando las lluvias sino tu mano ofreciendo un misterioso licor para embriagarse de ti. No la ventana con la filigrana de sus blancas cortinas sino tus ojos risueños ocultos tras las gafas oscuras. No el pasto verde y la gravilla gris, el pedazo de cielo y su nube, sino el fragmento de piel que va de tu cuello al inicio recatado del inaccesible canalillo. No el rojo y negro, símbolo de antiguas revoluciones terroristas, sino la palpitante desnudez que niegan y que solo vislumbran el espejo y los muros prohibidos de tu dormitorio. No los ramos de flores siemprevivas sino tu risa franca y grata iluminando la escena. No la madera ni el árbol ni el arbusto sino el negro pantalón en el roce lascivo de tus muslos. No la alegre fusión del lugar y sus abalorios sino tu rostro observado imaginando mi caricia en sus mejillas. No el blanco carro y su colorida cortinilla sino tu pelo en su miel perfumada resplandeciendo en el pequeño paisaje de la fotografía. No tú, la dama pudorosa y formal que viaja tímida por las impúdicas comarcas sus sueños, sino ella, la Baronesa, que floreció en un ayer lejano y dejó la memoria de inéditos deseos inconsumados y eróticos poemas a punto de escribirse, sí, ella.


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