viernes, 17 de julio de 2015

BREVEDAD FLORAL


“La transescena es escapar a los dominios en la creación por parte de la institución y la formación académica que insisten en categorizar, ordenar y disciplinar a las artes corpóreas”. Ernesto Orellana

Es la breve flor de tu sexo, su pequeñez abierta, su ambigüedad elemental, lo que te eleva en sensual soberanía sobre los machos que te untan y penetran, sobre los machos que sorbes y absorbes virginal como una solitaria esfinge de ardiente mármol inesperado. Es su plegadura de pétalo sensible, dormido hacia adentro, tímido, mustio, delicado, es su marchita consistencia tierna que no se erige en soberbias salvajes ni muestra erguidos esplendores inútiles, reemplaza, asemeja, plagia en tus sueños de hembra impenitente otra flor de similares instancias lascivas, sin otro uso ni acción, solo por la femenina omisión sin verbo, orquídea escondida, nocturna libélula, mariposa de las sombras en escorzo, las piernas juntas en pudorosa sumisión. Es estigma y a la vez símbolo, miel que atrae hambrientas virilidades, recato o temor de ser ahí lo que eres, otra floración exuberante distinta, caverna de oscuras reminiscencias vedadas a la razón, vertiente de calientes aguas saturadas de un sexo profano y equívoco, crisálida perseguida por sus íntimos demonios, lúbrico molusco de placenteras marismas, menguada y sensitiva boquita invocante de ancestrales instintos, de míticas ceremonias insensatas. Declarada cómplice de disidencias en la excitante noche del mayor deseo, santificación de la subducción y la sexualización donde las sexualidades perversas relumbran en el estrellado escenario de la erótica de una dramaturgia secreta, de la poesía de los rituales marginados, transescénicos, canto y origen de la furia barroca, glamurosa virgen tautológica que aparece invisibilizada y degradada en los lechos repetidos de un destino siempre incierto y voraz.


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