viernes, 3 de julio de 2015

DE PIE ANTE EL PONIENTE MARINO


“de pie como un marino en la proa de un barco.” La canción desesperada. Pablo Neruda

Estamos solos en medio de una habitación, ambos de pie, mirando por el ventanal hacia un mar atardecido que se rompe en lejanos fuegos rojos y anaranjados. Te abrazo por atrás tiernamente, acaricio tu pelo negro negro que cae sobre tus hombros como una suave cascada azabache, te voy dando besitos tiernuchos en tus hombros, en tu cuello por entremedio de tus cabellos. Me apego a ti cada vez más, para que sientas mi miembro en tus nalgas, mis manos te abrazan por debajo de tus brazos y encopan tus pechos, los amaso con lenta fruición, rozo más intensamente mi verga aun blandita contra tu culito rico, siento en mi pubis tu rajita entre los glúteos. Mis manos soban tus tetas ricas, mis dedos aprietan tus pezones por encima de tu ropa, me restriego contra tu cuerpo hasta que mi falo se erecta por el tibio roce de tus blanduras y tu sensual movimiento contra mí cuerpo. Te punzo con mi verga en tus nalgas, lascivo, caliente, duro, mi aliento quema tu cuello y hace que levantes tu culito empujando hacía atrás, permanecemos así por largo rato frotándonos con una sexualidad tranquila, pura, como un juego de enamorados que buscan los caminos iniciales de la cópula. Sientes vibrar (sic) mi pene en tus nalgas, ladeas tu cabeza hacia atrás y me ofreces tu boca a mis besos, introduzco mi lengua en tu boca y bajo mis manos a tus caderas, las aferro y atraigo con fuerza tu cuerpo hacía mí. El frotamiento se va haciendo más y mas intenso, mas circular, más fuerte, levantas y bajas tus nalgas para rozar mi miembro escondido bajo el pantalón como si lo masturbaras, yo lo aprieto contra ti con fuerza, como si te penetrara. La danza del restriego se acelera, oyes mi respiración cada vez más acesante, de pronto me siento al borde del delicioso abismo de la eyaculación y descontrolado me dejo llevar por la grata sensación, eyaculo ahí mismo, apegado a ti por detrás, un liquido caliente y espeso inunda mi vientre mojando mis pantalones, tú sientes esa calida humedad en tu trasero y te quedas ahí quieta, nuestras bocas continúan fundidas en un beso iluminado por el rubor del poniente marino.


No hay comentarios: